En primer lugar, hay un amplio margen de recaudación combatiendo la evasión y elusión tributarias. En el caso de la evasión, amerita una cumbre entre las máximas autoridades del Poder Ejecutivo y Judicial para impulsar los juicios pendientes en el sistema judicial de manera no solo a recaudar, sino fundamentalmente para penalizar ejemplarmente a quienes violando la ley contribuyen a vaciar el Estado e impedir políticas que permitan mejorar la calidad de vida, el bienestar y el desarrollo del país.
Por otro lado, la reducción de la elusión requiere mejoras sustanciales de la capacidad de los recursos humanos y de los instrumentos de la Subsecretaría de Tributación para enfrentar la planificación tributaria abusiva impulsada por las grandes empresas, generalmente transnacionales vinculadas a paraísos fiscales.
Si bien Paraguay está adoptando gradualmente reformas que permitirán mitigar la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios en el marco de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), estas reformas no serán suficientes y deberá implementar otras adicionales acordes con la especificidad de nuestra problemática.
En segundo lugar, tal como lo recomendaron varios organismos internacionales, Paraguay debe evaluar su gasto tributario de manera a eliminar aquellos privilegios que no tienen impacto en la generación de empleos de calidad, la incorporación de mayor valor agregado y tecnología o la inclusión en cadenas de valor que diversifiquen la estructura productiva y contribuyan con la competitividad.
En estos tres ámbitos hay espacio para aumentar las recaudaciones tributarias sin afectar el marco legal. Solo se requieren voluntad y determinación para enfrentar algunos sectores que se niegan a perder sus privilegios perjudicando a la mayoría.
En tercer lugar siempre está la opción de aumentar tasas de impuestos y su progresividad, ya que Paraguay es uno de los países de ingreso medio alto que menor presión tributaria tienen, a lo que se agrega una injusta estructura de impuestos.
Hay sectores que durante casi dos décadas se han beneficiado con los recursos naturales que tiene este país sin haber aportado en función de los beneficios ganados y de las externalidades negativas producidas. También hay espacio para incrementar impuestos al consumo de bienes dañinos para la salud y con altos costos para la salud, ya que generan enfermedades que ocasionan gastos al Estado, tales como el tabaco o las bebidas azucaradas.
En definitiva, existe un amplio espacio tributario para financiar los programas que requieren la pandemia y sus posteriores efectos. El endeudamiento, con un Estado que no recauda para pagar sus compromisos, hará insostenible la deuda en el corto plazo, con las consecuencias ya conocidas en la región y en el mundo y que han terminado causando más daño que los beneficios logrados con las obras realizadas. El Gobierno debe parar de endeudar al país y ejercer el poder que tiene para financiar el presupuesto con impuestos justos.