La movilización del submarino, equipado con el misil nuclear Poseidón, despertó las alertas de la OTAN, que puso en aviso a los países aliados sobre la actual navegación de este buque bajo las aguas en el Ártico. La principal diferencia militar de este sumergible respecto al resto de la flota naval de Rusia es que porta el denominado arma del Apocalipsis. Se trata de un supertorpedo capaz de viajar hasta 10.000 kilómetros de distancia con total precisión y sin otorgar apenas opciones de ser detectado. Los expertos le atribuyen un alto poder destructor y, sobre todo, la posibilidad de generar tsunamis nucleares si explotan cerca de la costa.
La Alianza sospecha que la intención del Kremlin es probar la efectividad del Poseidón y del propio Belgorod, según avanza el diario italiano La Repubblica. Este submarino fue botado el pasado mes de julio y es uno de los dos únicos de la flota que puede llevar a bordo el arma del Apocalipsis. La diferencia es que su homólogo solo puede portar un torpedo. El Belgorod mide 184 metros de eslora y 15 de manga, puede viajar a unos 60 kilómetros por hora bajo el agua y pasar hasta 120 días sin tener que regresar a la superficie.
LLAMADO DEL PAPA. El papa Francisco se dirigió ayer públicamente al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para que detenga la espiral de violencia y muerte en Ucrania y expresó su preocupación por el riesgo de una escalada nuclear en el planeta. “Mi llamamiento se dirige sobre todo al presidente de la Federación Rusa, suplicándole detener, también por amor a su pueblo, esta espiral de violencia y de muerte”, dijo Francisco, dirigiéndose por primera vez en público a Putin, pero sin citar su nombre. El pontífice sustituyó la catequesis del Ángelus con esta reflexión en la que llamó al mundo a recurrir a instrumentos diplomáticos para frenar este grave, devastador y amenazador conflicto y animó al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a estar abierto a serias propuestas de paz. Francisco, asomado a la ventana del Palacio Apostólico, confesó el profundo dolor que le causan los ríos de sangre y lágrimas versados estos meses, las miles de víctimas, en particular de niños y las tantas destrucciones que han dejado sin casa a muchas personas y familias y amenazan con el frío y el hambre a vastos territorios.