La primera remoción fue la del canciller Antonio Rivas Palacios, un funcionario correcto, pero de poca personalidad e iniciativa, que no logró ningún brillo particular en poco más de un año de gestión, cuando asumió el cargo tras la renuncia del ministro Luis Castiglioni, durante el escándalo originado en julio de 2019 con la revelación de la firma en secreto del acta bilateral sobre la potencia a ser contratada por la ANDE y Eletrobras de la energía producida por la Itaipú Binacional, que resultó más favorable para los intereses del Brasil y que casi llevó al juicio político del actual mandatario, y que posteriormente tuvo que ser anulada.
En ese momento se especulaba que Federico González iba a ser el reemplazante de Castiglioni, pero el ex presidente de la ANDE, quien destapó el escándalo, sostuvo que fue precisamente González, quien en ese momento era director general de Ceremonial y Protocolo de la Presidencia de la República, quien le llevó el acta y le intimó a firmar o deje el cargo, a lo que Ferreira se negó por considerarlo “una traición a los intereses del Paraguay” y le entregó su renuncia. A pesar de esa situación, el presidente Abdo mantuvo a González como representante del Ministerio de Relaciones Exteriores ante el Consejo de Administración de Itaipú y asesor ad honórem de la Presidencia en asuntos internacionales.
En su declaración ante la comisión del Congreso que investigó lo ocurrido con el acta de Itaipú, González negó haber intimado a Ferreira para que presentara su renuncia. Alegó que desconocía el contenido del acta que llevó en un sobre cerrado, pero el escepticismo ante su conducta de entones permanece en un gran sector de la sociedad.
En el especial contexto de la pandemia de Covid-19, el ahora canciller mantuvo un rol protagónico al frente del Consejo de Defensa Nacional (Codena), que lideró el retorno de compatriotas del exterior en el marco de la pandemia del coronavirus. Fue el principal organizador de los albergues que, a pesar de recibir algunas críticas, también fue elogiado a nivel internacional como un modelo de respuesta gubernamental ante la problemática humanitaria de los migrantes que decidieron regresar al país.
Actualmente, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores deberá asumir más directamente desde la cartera un tema en el que ya estaba trabajando desde la Presidencia, la apertura gradual de la frontera con Brasil, con el desafío de lograr la reactivación económica de las ciudades fronterizas, sin que el proceso desemboque en una explosión de mayores contagios de coronavirus, que hagan colapsar el sistema sanitario y tenga efectos más graves en la población.
Especialmente, el principal desafío será conducir la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú con Brasil, prevista para el año 2023, justamente la labor acerca de la que aún persiste una gran desconfianza ciudadana debido a las versiones sobre su anterior participación en el acta secreta que resultó lesiva para nuestro país. Es de esperar que pueda demostrar un rol distinto y lograr la necesaria confianza ciudadana para una misión que resulta clave para los intereses del Paraguay.