Ex rancheríos en los cuales se desarrollaba la esclavitud como la Plaza Uruguaya (de los franciscanos); Congreso (de los jesuitas); Hotel Guaraní (de los mercedarios); la iglesia San Francisco, donde se tiene la imagen de la Virgen de la Merced, patrona de los libertos y Loma Tarumá, fueron los históricos puntos visitados.
La historiadora Margarita Durán, ante un grupo de participantes ávidos de conocer esa parte sufrida de la historia, reseñó que los esclavos eran considerados un bien económico y que la Iglesia, sin embargo, aseguraba que era un sujeto que tenía un alma que debía ser salvada, por lo que se encargaba de las exequias últimas.
Dijo que vivían en torno a conventos de las órdenes religiosas y una vez que los mismos se extinguieron, en 1824, pasaron a ser propiedad del Estado y fueron utilizados como mano de obra para construcciones como la estación del ferrocarril y el Palacio de López, por citar algunos ejemplos.
Comentó que debían estar bajo estricto control, ya que si se enamoraban de esclavos de otra ranchería, a quién pertenecerían sus hijos; además de ser dados como limosnas como parte de promesas o cedidas por testamento.
LECCIÓN. Margarita Durán concluyó que “esto nos deja una lección profunda porque hay mucho dolor y discriminación que no terminó con la extinción de la esclavitud”.
“Las mentalidades se fueron cambiando y humanizando a través de la historia, pero siempre quedan resabios y otras formas de sufrimiento. La drogadicción, el empobrecimiento, la falta de salud, educación, los pasilleros del penal de Tacumbú son esclavos de los tiempos modernos, de la democracia que vivimos. De la ausencia de Estado, de la falta de justicia social”, sentenció.
Aclaró que el trato a esclavos del Paraguay, donde 50% dependía de los conventos, 25% de los jesuitas y el resto de las demás órdenes, al no haber cañaverales, cafetales y minas, no se puede comparar con el que tuvieron los del Brasil, aunque sí sufrían discriminación para casarse, para ser sacerdotes, para todo. “Podían venderse, comprarse, hipotecarse o manumitirlos, o sea, comprar su libertad”, acotó.
Puntualizó que el mariscal Francisco Solano López exigió a dueños de esclavos a pelear en la Triple Alianza, por lo que antes de extinguirse la esclavitud, en 1869, ya no había ninguno, “ya que los pobres van en primera fila a la guerra y mueren a pecho gentil”.