Oficios de los más diversos, desde hacer malabares en las calles o trabajar de camareros, son el medio de supervivencia de muchos venezolanos que se rebuscan la vida en la ciudad de Cúcuta para subsistir y mandar a sus familias un poco de dinero que les permita sobrellevar la crisis.
Ganarse la vida no es fácil ya que Cúcuta es desde hace tiempo el municipio de Colombia con la cifra más alta de informalidad, pues según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) esa urbe tuvo a 70,1% de su población dedicada a este tipo de oficios entre setiembre y noviembre del año pasado. De esas estadísticas hace parte Ángel García, quien llegó a Colombia hace 2 años buscando mejor vida para sus 2 hijas y su esposa, que tiene 7 meses de embarazo, y para conseguirlo trabaja poniendo cejas postizas en el parque Mercedes Ábrego, adornado con una escultura de esta mártir de la independencia de Colombia que fue ejecutada en 1813 por los españoles por tejer el uniforme de brigadier al libertador Simón Bolívar. García publicita su trabajo con un trozo de cartón que lleva colgando del pecho y en el que dice “Se colocan pestañas y se pigmentan cejas”. EFE