Dice que, actualmente, solo 200.000 paraguayos perciben ingresos superiores a G. 9 millones, mientras que, en el otro extremo, 500.000 trabajadores son jornaleros y no alcanzan siquiera el salario mínimo, y otros 400.000 se ubican entre el salario mínimo y el salario mínimo y medio.
López Arce también refleja que la mayoría de los trabajadores se desempeña en microempresas, en que unas 600.000 personas trabajan en unidades productivas de entre 2 y 5 empleados. Por el contrario, solo 62.000 paraguayos tienen empleo en empresas de más de 500 trabajadores. Además, la informalidad golpea con fuerza a los jóvenes: 8 de cada 10 acceden a su primer empleo fuera del sistema formal. “Esta situación expone a los jóvenes a condiciones laborales precarias y sin protección social”, aduce.
Otro dato preocupante es el de la subocupación, que afecta a unas 106.000 personas, de las cuales el 61,3% son mujeres. “Esto evidencia no solo la falta de empleo pleno, sino también la desigualdad de género en el acceso a oportunidades laborales”, dice.
A esto se suman los prejuicios que persisten en el mercado laboral, como la resistencia a contratar adultos mayores de 45 años, mujeres jóvenes, madres con hijos pequeños o personas que viven lejos de los centros urbanos.