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Ya lo dijimos alguna vez, y lo repetimos acá: aquella primera trilogía de los X-Men es seguramente lo mejor que hasta ahora los de Marvel han hecho cuando empezaron su movida de ir adaptando sus personajes para el cine. Tal éxito los llevó a una serie de spin-off en el caso de los X-Men, uno centrado en un solo personaje, Wolverine, y otro dedicado a los orígenes de los X-Men. De este último tenemos un nuevo capítulo en cartelera.
Como en todas estas sagas que se van alargando, la cuestión estriba en mantener la atención de los seguidores, en realizar una vuelta de tuerca más que supere o, al menos, iguale a las anteriores. Este ejercicio siempre implica contradicciones internas en la trama total de la saga y, por supuesto, inconsistencias argumentales. Todos estos son riesgos que deben tomarse para que el negocio continúe. Esta nueva entrega de los X-Men First Class tiene mucho de esto, lo que al final juega en su contra.
Cuando aparece un mutante que es el más todopoderoso de todos en la historia, se está tocando un techo que luego será difícil superar. Sin embargo, el mismo desenlace contradice esta idea. Pero eso, como dijimos, ya no importa. Como siempre, nuestros héroes viejos aparecen en la magnitud que esperamos de ellos, otros viejos conocidos hacen su debut para deleite de los espectadores.
Habrá más X-Men First Class porque muchos personajes clave aún están en posiciones que no condicen con la trilogía original de la cual estas entregas son precuelas. Magneto, Xavier, Mystique, Jean, Scott, Storm volverán, no sabemos con qué nuevas aventuras, aunque la aparición breve de Wolverine y el final luego de los créditos indiquen que este último se integrará al equipo. No vemos ya la solidez narrativa de las anteriores, y tal deterioro es irremediable cuando se van alargando estas historias de tantos personajes y capítulos.
CALIFICACIÓN: *** (BUENA)