Por Natalio Rubinsztein (*)
Así planteada la cuestión, entendemos que la respuesta es NO. Sin embargo, es interesante tratar de desentrañar las razones de no querer o bien no estar dispuestos a pagar impuestos. Reconociendo que es un tema que nos atañe no sólo a nosotros sino antes bien, en general, a todos nuestros países latinoamericanos.
Ello puede estar relacionado con distintos componentes, que trataremos de identificar a continuación:
1. En primer lugar, con honrosas excepciones, nuestra formación cultural nunca ha sido demasiado insistente o importante como para moldearnos de modo de vivir y reconocer la responsabilidad social, cooperativa y solidaria que cada uno tenemos en nuestra Sociedad. En tal sentido, el vale todo y el individualismo ha sido una constante en nuestro modo de comportarnos. Como ejemplo -singularmente demostrativo- podemos señalar el modo caótico en que conducimos nuestros vehículos, sean estos de transporte público, automóviles, motocicletas, etc. Entonces, me preocupo sólo de mí y de mi grupo y no del conjunto social.
2. En segundo lugar, no somos adeptos a cumplir con las normas y reglamentaciones. Como comportamiento siempre tratamos de ver cómo “saltar el cerco” o bien cómo cumplir lo antes posible con el famoso dicho: “hecha la ley, hecha la trampa”.
3. También que, al no ver claramente el destino de los fondos recaudados a través de los impuestos, y dudar ciertamente de la eficiencia y transparencia de cómo se maneja la “cosa pública” se desvanece rápidamente la voluntad que pudiere existir de cumplir con las obligaciones tributarias.
4. Del mismo modo, la ausencia de una adecuada política de distribución del gasto público, que coadyuva en tal sentido.
5. Asimismo, todo ello íntimamente relacionado con la voluntad o cultura de, si bien no dejar de pagar del todo, declarar y pagar sobre sólo una parte de las operaciones efectivamente realizadas. Algo bastante común en general.
6. El argumento que, si bien yo cumpliría con mis obligaciones, pero el vecino no, entonces quedo fuera del mercado. En consecuencia, debo emular el modo de pensar y actuar que mi vecino, de manera de no verme perjudicado.
7. Las reglamentaciones y legislaciones no resultan claras y en algunos casos de difícil cumplimiento. En consecuencia, debo contar indefectiblemente con un profesional en el tema para llevar adelante cualquier reclamo ante el fisco. Y todo proceso se torna engorroso.
8. En muchos casos, los criterios del fisco respecto de cómo considerar una situación especial que por ejemplo ocurre en un caso, industria o actividad en particular, resultan excesivamente rígidos y alejados de la realidad económica a la hora de considerar una situación o consulta que le fuera planteada. Lo que genera una sensación de rechazo por parte del contribuyente.
DESCRIPCIÓN. Si bien lo anterior no pretende ser un tratado ni nada similar respecto del tema, creo que es una descripción comprensiva y demostrativa de lo que sucede.
En consecuencia, creemos que urgentemente debería de encararse una campaña de concientización social y comunitaria, respecto del rol que cada uno de nosotros tiene en la Sociedad (que debiera encaminarse por distintos frentes, pero fundamentalmente en la Educación del ciudadano). Acompañado por un Presupuesto del Estado que demuestre la clara intención de revertir todo ingreso en el bien de la Comunidad, sobre la base de una Legislación Fiscal y Social acorde. Y finalmente sustentado todo ello en una política de transparencia y difusión pública de los actos de gobierno, donde el individuo se sienta partícipe y a la vez pueda ser censor y custodio de lo que acontece.
(*) Socio de BDO Rubinsztein & Guillén - Auditores Consultores