Gracias a la iniciativa de A Todo Pulmón Paraguay Respira, cada año se conoce a los nuevos colosos, que guardan entre sus ramas y hojas entrañables historias de supervivencia, relatadas por sus propios dueños. En muchos casos, los propietarios tuvieron que defender a sus colosos con uñas y dientes de los depredadores que ofrecen mucho dinero para derrumbarlos y venderlos como madera.
La tercera y última de las tres expediciones que realizó Colosos de la Tierra por el interior del país, para seleccionar a los últimos de los 22 árboles finalistas, estuvo llena de emoción y también de orgullo de las familias cuyos árboles llegaron hasta la recta final del concurso. La extensa y bulliciosa comitiva que formó parte de la última expedición recorrió las localidades de Nueva Esperanza (Canindeyú), Juan León Mallorquín (Alto Paraná), 3 de Febrero y Caaguazú (Caaguazú), Colonia Independencia (Guairá), Eusebio Ayala y San Bernardino (Cordillera) y Areguá (Central). Para ser seleccionados, los árboles debieron cumplir con ciertos requisitos como el de ser de una especie nativa, tener una altura mínima de 20 metros y un tronco de 3 metros de circunferencia.
Entre las historias relatadas por las familias proponentes, sobresale la del coloso elegido como Árbol de la Gente, mediante el voto popular. Este año, el reconocimiento recayó sobre un ejemplar de la especie Ka’a Oveti, perteneciente a la familia Barrientos, residente en la localidad de Juan León Mallorquín. Este árbol fue elegido por tener una particularidad que la diferencia del resto de concursantes, tener una casita construida en su copa. El hijo mayor de la familia, Carlos Barrientos, comentó que de adulto pudo cumplir su acariciado sueño infantil de tener una casa en el árbol, que hoy es admirada por propios y extraños de todas las edades.
Otra de las historias que llegó al corazón de los expedicionarios fue la que tiene como protagonistas a don Teófilo Martínez y su esposa, Visitación Díaz, propietarios de un frondoso ejemplar de Tatarê, que según relató su dueño, tiene más de 100 años, pues cuando él nació en esa misma casa, hace 82 años, ese coloso ya era un hermoso árbol en crecimiento. “Lo cuidamos siempre porque amamos la naturaleza, nos reunimos todos los fines de semana a su alrededor. Le llamamos árbol de la vida por su forma y por lo que implica para nuestra familia”, comentó una de las hijas de la pareja.
CONCURSO. Los nuevos Colosos de la Tierra serán elegidos entre 22 árboles finalistas el 27 de setiembre.