Curiosamente estas no eran las condiciones de Jesús. Sin esposa, ni hijos, ni tierras ni bienes, recorriendo la Galilea como un vagabundo, su vida no era una felicidad convencional.
Jesús era ciertamente feliz, “pero de manera contracultural”.
Dos modos de ser feliz en la tierra y Jesús viviendo el segundo, muestra el karaku de cuando llama a alguien feliz.
¿Cómo eran las personas empobrecidas que reciben esa felicitación de felicidad de parte de Jesús?
Personas que poseían poco en plata o en salud o en dignidad, o en poder o en compañía de los demás. Y en ese “vacío” saben vivir con poco, confiando siempre en Dios.
Me dirá alguno que cualquier persona con plata, puede tener puesta su esperanza en Dios. Y es verdad, pero nunca de hecho la tendrá como aquella otra que por “su” extrema pobreza concreta, nunca la va tener en tal grado que merezca la felicitación de Dios.
El papa Francisco nos ayuda a sacar las consecuencias.
“En los pobres vemos el rostro y la carne de Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
“¿Cuándo usted da limosna al pobre le toca la mano al que se la da o le tira la moneda? ¿Lo mira a los ojos o mira hacia otro lado?
“La pregunta es cómo acoger el clamor de los pobres para construir una sociedad más inclusiva”.
“Una valoración real de los pobres exige estar dispuestos a aprender de ellos. los pobres tienen mucho que enseñarnos en humanidad, en bondad, en sacrificio, en solidaridad”. (Francisco en el León Coundou).
Definitivamente: ¡Felices los pobres!