23 ago. 2025

Pésanos, Dios nuestro...

Por Moneco López

O debería pesarnos, al menos. Todos cargamos con errores de diverso porte cometidos en el pasado, sea por comisión o por omisión. Quien suscribe esto, tiene de a docenas los errores y metidas de pata.

Uno de ellos, que debo procurar corregir en este escrito, lo perpetré hace pocos meses, en mi columna habitual de la revista Vida, de este diario. En un párrafo de mi columna sostuve que una conocida referente del PLRA, dirigente de Transparencia, capítulo Paraguay, abogada para más señas, ocupaba en un tiempo muy poco pasado, dos cargos laborales muy bien retribuidos, incurriendo por tanto en una figura prohibida por nuestras leyes.

Lo que mi memoria obvió fue que la prohibición de ocupar más de un cargo es solo válida para los funcionarios públicos. Y ella era entonces, como lo sigue siendo, una abogada liberal (en el sentido completo) que trabajaba y lo sigue haciendo, en su profesión. Mi comentario sobre el desempeño de la profesional fue inapropiado e irresponsable. Y si bien yo la confundía en principio con otra colega suya debido a una equivocación en cuanto al apellido del marido, el balde de bleque se lo derramé a ella, a la señora Pilar Callizo de Filártiga, una honorable abogada, casada con un amigo mío de antigua data, para más vergüenza de mi lado. Ojalá sirva este enrevesado pedido de disculpas, y vuelva todo a foja cero. Amén.

CODICIA. La terrible carencia (total o parcial) de infraestructura vial, escolar y sanitaria en extensos territorios del país, se debe a la desidia y a la codicia de varios dirigentes, de varios partidos, que nunca expresaron el menor sentimiento de culpa por haber gobernado lo que sea que hayan manejado, de manera tan desastrosa. Peor: ni siquiera se molestan en procurar disimular el súbito bienestar económico que gozaron luego de pasar por el cargo. Para acercar una idea de lo poco escrupulosos que fueron o son los culpables: el Estado pagó millones de dólares por rutas y puentes nunca hechos. ¿Les pesará algo a los responsables de tantas falencias?

Si a Víctor Bogado por poco no lo colgaron en una plaza pública por los grandes sueldos de su niñera (devueltos en gran parte, dicho sea de paso), ¿qué pena moral y física les correspondería a tantos bandidos de traje y corbata que saquearon a lo grande las latas que tuvieron a su alcance, respectivamente? La proporción adecuada entre la falta y el castigo es uno de los pilares de la verdadera justicia. Pero por aquí eso no se usa mucho. Peor todavía: quien roba muy poco, suele terminar en el fondo de la peor cárcel, a merced de los presos antiguos y de los guardias malhumorados. Y ojo: No se tome lo precedente como un intento de defender a Bogado.