25 abr. 2024

Periodismo y pandemia

Wendy Marton – @WendyMarton

La frase “Con la crisis se crece” podría ser perfecta para definir al periodismo en tiempos de pandemia. Durante el tratamiento del tema desde que se decretó la cuarentena sanitaria total, los medios de comunicación ofrecieron información sobre los proyectos y programas abordados desde el Estado y la organización desde el sector privado, principalmente de personas con menos recursos, para llegar a quienes se quedaron sin trabajo o ya carecían de él con un poco de alimento.

El Congreso Nacional amagó con analizar por fin una reforma del Estado integral. Pero todo se disolvió y la política terminó ganando. Como solo lo saben hacer los políticos, los parlamentarios de todos los sectores políticos comenzaron a plantear propuestas buenas y algunas descabelladas, introdujeron una serie de recortes sin sentido al Presupuesto General de la Nación y todo terminó ahí.

Los casos de corrupción descubiertos luego de la aprobación de un paquete de préstamos de USD 1.600 millones terminaron por opacar cualquier atisbo de cambio real.

Independientemente a que los medios de comunicación son vistos como un negocio por los empresarios, el periodismo tiene un rol social. Su fin es denunciar, es buscar que los derechos de las personas menos pudientes económicamente sean atendidos.

El poder político y económico lograron su objetivo y nuevamente los medios se perdieron en un sinfín de noticias rimbombantes y urgentes. Mientras tanto, la vida afuera de lo que cuentan los medios es otra. Hace rato la gente de menos recursos dejó de cumplir con el paro sanitario, porque nunca tuvo una respuesta real del Estado, cuyas autoridades están más acostumbradas a hacer proselitismo eterno que a diseñar estrategias que sobrevivan a los gobiernos.

Dicen los empresarios que no es momento de hablar de un aumento del impuesto al tabaco y a las bebidas alcohólicas, ni debatir sobre cómo los sojeros y ganaderos deberían tributar más al Estado, entonces ¿cuándo será el momento? Mientras el Ministerio de Educación se jacta de las clases virtuales, ¿qué pasa con los fondos universales que Conatel destina a las empresas para que haya internet en todos los rincones del país? ¿En qué cabeza nació la idea de hacer clases por WhatsApp para personas que con suerte terminaron la enseñanza media, pero sin tener lectura comprensiva? ¿De quién nació la brillante idea de impartir enseñanza a través de teléfonos móviles cuya capacidad de memoria y procesamiento es mínima en la mayoría de los hogares? Mientras la Secretaría de Emergencia Nacional muestra su fracaso como entidad, ¿qué pasa con las personas a las cuales aún no llegó el subsidio en esta cincuentena?

Varios colegas, la mayoría de ellos realizando trabajos de forma independiente, reclaman que los medios hablan de y para los ricos, pero se olvidan de insistir en los graves problemas estructurales del Estado, como la protección social.

Son miles las preguntas que interpelan al periodismo de hoy. Quizá sea tiempo de que quienes abrazamos el periodismo nos cuestionemos, entendamos que nuestra labor no es solo generar ganancias para los empresarios, sino poder aportar nuestro grano de arena para alcanzar una reforma real. ¿Por qué no empezar ahora?

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