15 sept. 2025

Perdimos la soberanía de la tierra

El tercer gran mal estructural que padecemos hoy es la pérdida de la soberanía de la tierra.

Ella fue nuestra ancestral fuente de riqueza heredada de los guaraníes. Francia y López lo supieron hacer impulsándonos como potencia de entonces. Después de la Guerra Grande casi la regalamos como deuda de guerra a las grandes compañías. Estas usaron y abusaron de ella hasta que saciados las abandonaron. El dictador pedófilo premió a sus amigos con más de siete millones de hectáreas regaladas, que todavía no han sido recuperadas. La tierra siguió como señal de distinción en forma de estancias para los ricos y políticos.

Reforma agraria desde entonces, con ella para el pueblo pobre, casi nada. O mejor dicho, nada.

Últimamente, la ganadería y el agronegocio se han puesto de moda. El cultivo de la soja pronto va a llegar a los seis millones de hectáreas y la ganadería conquista los mejores mercados extranjeros.

¿El precio de todo esto?

El desalojo forzado de campesinos e indígenas por los riegos masivos de veneno o por las compras de estas tierras (destinadas a la reforma agraria) en diversas instituciones del Gobierno Central.

Y las cifras que podemos conocer son escalofriantes. Actualmente, el 80% de las tierras del Paraguay están en manos solamente del 2% de la población. El 14% de ellas ya están en manos de brasiguayos, aún en sitios prohibitivos como la frontera del Paraguay.

Ante ese descalabro, ¿qué está haciendo el Gobierno de Marito, que personalmente posee tierras heredadas por su padre del dictador? Que sepamos, absolutamente nada.

Además, ¿qué están haciendo senadores y diputados con leyes para corregir este desajuste? Que sepamos, absolutamente nada.

La tercera pregunta es también muy grave. ¿Qué estamos haciendo para recobrar para el pueblo estas tierras, nosotros los ciudadanos? La respuesta se la dejo a usted. Campesino o indígena desalojado. También a nosotros, los asuncenos. Pa’i Oliva