Es mediodía y empieza la fila y despliegue de recipientes, de distintos colores, en el Club Sagrada Familia. La comida recién salida del fuego está lista para que retiren cerca de 300 personas, en su mayoría pobladores de nacionalidad paraguaya.
Además de ser un espacio para que los chicos practiquen deportes, el club -fundado en el 2009- también ofrece desde hace seis años, aproximadamente, un comedor para cerca de 80 personas de escasos recursos. Debido a la pandemia, decidieron aumentar los kilos en cada ingrediente, para llegar a más familias, relata el compatriota Humberto Cardozo, presidente y fundador del Club, integrado principalmente por paraguayos que residen en el país vecino.
Para la iniciativa, afirma, también recurren al Municipio local, y a asociaciones, a fin de lograr dar respuesta a la cantidad de ciudadanos que van hasta el sitio en busca del alimento.
“Damos el almuerzo, merienda y cena. Cuando no tenemos suficiente provisión reducimos la cena para no descuidar la comida del mediodía. Otras veces estamos bien. Hay hasta fruta o chocolate para el postre”, relata entusiasmado.
Otros servicios. En el espacio social también trabajan con personas que cayeron en adicciones y buscan su rehabilitación, comenta Cardozo.
También funciona un pequeño consultorio en donde hay atención en área de pediatría, ginecología, clínica, asistencia social, sicología, pero afirma que por ahora está todo parado tras la cuarentena. “Tenemos para los chicos fútbol y también boxeo. Hay talleres, confitería, carpintería, arte, tejidos. Es un espacio chico pero se trata de llevar adelante las actividades”, concluye.