La ausencia de un plan por parte de las autoridades económicas está haciendo que desde la sociedad civil y los políticos se originen propuestas de políticas sin sustento en evidencia empírica, lo que podría llevar a profundizar las consecuencias de la crisis en el mediano y largo plazo.
El mundo se enfrenta a un aumento de los precios de los alimentos y combustibles luego de dos años de pandemia en que el empleo y los ingresos se deterioraron así como las cuentas fiscales.
A pesar de la crisis fiscal, la mayoría de los países de ingreso alto o medio alto como Paraguay están implementando medidas para paliar los efectos negativos.
Entre los principales problemas está el acceso a alimentos, cuyos precios se encuentran en rápido aumento, generando altos niveles de inseguridad alimentaria que a largo plazo se traducirán en el deterioro de la salud nutricional.
El aumento de los combustibles impide cualquier posibilidad de reactivación económica. El combustible es un bien final, ya que se utiliza en la movilidad de las personas en su rol de trabajadores y usuarios de los servicios públicos, pero también es intermedio en la medida en que este insumo se utiliza para mantener el dinamismo de la producción de otros bienes y servicios.
Los países están implementando diferentes tipos de políticas entre las que se encuentran el reforzamiento de las políticas de protección social con transferencias de dinero para contrarrestar la pérdida de poder adquisitivo, subsidiar la producción de alimentos y los pasajes del transporte público, disminuir los costos de los alimentos con la reducción de impuestos, entre otras medidas que benefician de manera directa a los consumidores.
Los gobiernos responsables deben asumir el compromiso de buscar soluciones frente a los problemas que afectan a la gente.
La mayoría de los países están regidos por normas que buscan garantizar derechos. Pero además de garantizar derechos, buenas políticas públicas contribuyen a la reactivación económica en momentos de crisis.
La crisis que estamos enfrentando se originó el mismo día en que se declaró la pandemia. Todos sabíamos que en algún momento llegaría la normalidad y que la economía se encontraría deteriorada, por lo que en cualquier caso serían necesarias políticas para impulsar la recuperación. A pesar de ello, las autoridades y técnicos paraguayos no se prepararon adecuadamente y llegó también la guerra Rusia-Ucrania.
Hoy nos encontramos frente a un vacío en términos de políticas públicas mientras que la población se debate en la lucha por garantizar condiciones mínimas de vida.
Estamos ante la posibilidad de hambrunas y hasta de imposibilidad de trabajar por el hambre y la falta de dinero para movilidad. Frente a la desesperación y la ausencia estatal están surgiendo numerosas iniciativas, ya sea por oportunismo o buena voluntad. Algunas de ellas no tienen ninguna garantía de mejorar la vida de la mayoría y, en el peor de los casos, incluso pueden acabar con efectos negativos.
Es urgente que las autoridades económicas propongan un plan integral de manera a frenar las iniciativas particulares y fragmentadas de dudoso impacto positivo. Paraguay necesita con urgencia un plan claro de salida de la crisis, urge por lo tanto que el Ministerio de Hacienda diseñe un plan coherente e integral.
De otra manera terminaremos profundizando los problemas estructurales que ya tiene la economía paraguaya.