Por Rosalía Ciciolli
rcicioli@uhora.com.py
Tras 20 años de ausencia, Luis Alberto Spinetta sigue hipnotizando con sus canciones a sus seguidores, sobre todo a aquellos más fieles que no dudaron en llenar el Teatro Municipal, en la noche del lunes.
El Flaco se presentó sin mucho preámbulo, acompañado de sus tres guitarras y de su pianista, Claudio Cordera, para inundar por completo la sala con el suave destello lírico de sus canciones.
Ni bien apareció en escena, Spinetta hizo estallar el delirio de sus fanáticos, que lo aplaudieron de pie por un largo minuto.
Ante tanto fervor, el interprete argentino se mostró gentil y agradecido, y no dudó en pararse, como gesto recíproco de afecto.
Antes de cantar, El Flaco comentó que tenía puesta la camiseta de la campaña argentina de educación vial, que él apoya, desde que su hija se salvara de morir en un accidente automovilístico, en el que sí fallecieron algunos de sus compañeros de colegio.
Luego, la tenue luz del escenario acompañó la suave y casi susurrante voz del argentino, que abrió el show cantando Sagrado Tesoro.
El clima íntimo se instaló en la sala con otros temas como Las cosas tienen movimiento, Barro tal vez, Un niño nace y Pequeño ángel, todos del exitoso disco La la la, de 1986, grabado con Fito Páez.
Spinetta siguió con A Starosta, el idiota, tras lo cual desapareció del escenario para dar paso al solo de piano de Cardone.
Tampoco estuvieron ausentes los recuerdos, pues así como cantó varios temas compuestos con Fito, también evocó al gran Atahualpa Yupanqui, al cantar La Guitarra, que este compusiera con León Gieco.
Spinetta volvió a hacer un llamado a la conciencia vial al cantar el tema 8 de Octubre, dedicado a los alumnos de una escuela de Santa Fe, muertos en un accidente automovilístico.
El clímax de la noche llegó al final, con el tema Seguir viviendo sin tu amor, con el que cerró el íntimo recital. Y como Spinetta es Spinetta y hace lo que quiere dentro y fuera del escenario, decidió retornar para un solo bis. Laura va fue la canción de la despedida final ante el griterío del público, que se quedó con las ganas de escuchar algún otro clásico de esta leyenda viva del rock argentino.