“No veo todavía una armonización total de lo que piensan los países. Hay países que están avanzando y otros que no tanto”, dijo el representante regional de la OIE para América, Luis Barcos, durante el Primer Conversatorio del Sector Cárnico Paraguayo realizado ayer.
En ese sentido, recomendó no tomar decisiones aisladas para “llegar a un cese armonizado de no vacunación”.
Las certificaciones que otorga la organización sobre los estatus sanitarios de los países miembros son tomadas en cuenta por los compradores de carne, que buscan seguridad y calidad de los productos que consumirán.
Los países libres de aftosa sin vacunación tienen mayor oportunidad en mercados exigentes, pero la medida implica un riesgo de brote de la enfermedad y en el caso de los ganaderos paraguayos prefieren evitar que se repita la crisis del 2011.
Ese estatus, así como el de país libre con vacunación, como el caso de Paraguay, representa igualmente un alto costo para los servicios sanitarios. El primero debe incluir un pago económico a los productores en caso de que se deban sacrificar los animales, mientras que en el segundo se deben costear las vacunas y los controles, explicó Barcos.
A Paraguay, por ejemplo, le cuesta G. 100.000 millones todo lo relacionado a la campaña contra la fiebre aftosa, según el presidente del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal, José Carlos Martin.
Por su parte, el director de Sanidad Animal del Brasil, Geraldo de Moraes, comentó que el programa en su país prevé dejar las vacunas gradualmente por estado, siendo el próximo Mato Grosso del Sur, que limita con Paraguay, lo que significa una preocupación para los ganaderos del vecino país.
LAS CIFRAS
22.900.000
dosis de vacunas antiaftosa se tienen disponibles para los dos periodos de inmunización en el 2020.
182
países conforman la OIE, organización que elabora las normas sanitarias que influyen en la comercialización de la carne.