Seis mil entradas repartidas a cada club. 80 vuelos que llegarán hasta el sábado. Aficionados, algunos sin entradas, que ya pasean por Oporto. Ese es el escenario, aumentado cada día de aquí hasta el sábado, a las 15:00, cuando jueguen la final de Liga de Campeones Manchester City y Chelsea, ambos de Inglaterra.
Las fuerzas policiales guiarán por dos rutas diferentes a los aficionados de los dos clubes y, a su vez, se creará una burbuja para que los 12.000 seguidores vayan del aeropuerto al estadio y viceversa, con el fin de que apenas permanezcan en suelo portugués alrededor de veinticuatro horas.
Otro remanente, hasta llegar a las 16.500, se puso a la venta y se acabó en cuestión de horas. Su precio variaba entre 70 y 600 euros.