20 jun. 2025

OPINION PÚBLICA

Los padres y los estudios de los hijos
¿Pueden los padres colaborar en el éxito de los estudios de sus hijos? Evidentemente que sí, porque el buen rendimiento escolar se fragua en el colegio y en la familia. La mayor parte del estudio personal y la realización de los ejercicios se hacen en el hogar. Si los chicos encuentran en él un ambiente positivo pueden desarrollar actitudes y hábitos de trabajo que favorecerán indudablemente el estudio.
En primer lugar, es aconsejable disponer de un lugar fijo para el estudio con unas mínimas comodidades y que favorezca la concentración. Es imprescindible que no haya televisión ni aparatos de música que estorban el necesario silencio que abre el camino a la reflexión. Este cuarto de estudio debe disponer de una mesa de trabajo amplia y una estantería donde poder colocar ordenadamente los libros y demás materiales.
Otro aspecto a tener en cuenta es el horario. Debe tener un momento de comienzo y uno de finalización del trabajo. Es una buena práctica hacer una lista de tareas a realizar, quizás con la ayuda de la agenda escolar y establecer un orden de prioridad. Una vez hecho esto, empezar el trabajo con el ánimo de terminar todo lo programado.
Sin ser agobiante se puede hacer una observación continuada de la actitud, los hábitos del estudiante y las posibles dificultades que encuentre. Los padres pueden colaborar en la búsqueda de materiales relacionados con el estudio, como enciclopedias, diccionarios, atlas, etc. También pueden enseñar a utilizar eficazmente estos materiales.
En algunas ocasiones se le puede ayudar a comprender alguna idea o facilitar la respuesta a algún ejercicio o problema de los deberes para casa. Hay que evitar que el chico caiga en el memorismo de las lecciones sin la adecuada comprensión de las ideas. También se le puede estimular a que distinga las ideas principales de las secundarias en cada párrafo o pregunta de la lección y posteriormente a elaborar un esquema con las ideas principales.
Arturo Ramo García
Inspector de Educación

Unidos en alianza pero concertados con nosotros
Y la palabra dibujó en el cielo político una estela. Y la estela se hizo carne. Y la carne subió a las nubes. Los dirigentes políticos con representación parlamentaria descubrieron el código del mensaje ciudadano. ¡Por fin! Y exclaman: tenemos que unirnos, tenemos que concertar, solos no podemos… y hay que tomar el toro por las astas y de paso el as de espada…
Los dirigentes de la llamada “Concertación Nacional”, que de nacional tiene poco, dijeron: la marcha del 29 es aceptable. Si fuera un examen equivaldría a un 2,5; pero porque son buenitos nos pondrían un tres.
“Tuvimos razón al retirarnos”, “sin los partidos no podrán ir lejos”, frases más, frases menos. Son algunas calificaciones de los partidos con representación parlamentaria.
O sea: el bloque social y popular, entre el Tekojoja y Resistencia Ciudadana estaban rindiendo un examen. ¡Nosotros ciudadanos postergados, excluidos, “buenos para el voto” o “buenos para nada” estábamos desfilando frente a nuestros mandatarios mientras ellos, sentados en el palco, con sus trajes negros y señorotas coloreteadas, se mofaban diciendo: allí van los estúpidos!
Tras el cerrado aplauso de rigor marcado por el protocolo guiñaron los ojos diciendo:
–Es aceptable esta tropa. Podemos concertarlos con nuestra concertación.
Entonces, desde el minuto siguiente, a los cuatro vientos gritaron:
–Hay que unirnos-se, debemos unirnos-se, porque ellos solos no podrán llegar… ¡Jejeje!
–Uno de ellos enciende un habano.
La desvaloración de nuestro acto es la anti-política. No reconocer el genuino esfuerzo de cada uno, de cada una, de cada grupo, es la más clara expresión de la miopía dirigencial y de la mezquindad.
Es de prepotentes ubicarse en el lugar alejado y juzgar con parámetros equivocados la dinámica social, de las comunidades, de los grupos, o como quieran llamar.
¿Quién debe unirse a quién? ¿Quién se apartó de quién? El hecho de que se pida, se clame por la “concertación” revela algo sustancial: alguien-algo se alejó de algo-alguien.
Y he aquí: son los dirigentes partidarios, los que ocupan cargos electivos o no los que olvidaron el lugar de donde proviene el poder para que él o ella esté en ese lugar de poder. Olvidaron que él o ella no está ocupando esos cargos por su propio mérito, sino porque alguien le confió –el pueblo– tal tarea. Y si con el pasar del tiempo se sienten solos es sencillamente porque ellos olvidaron sus compromisos. ¿Acaso no deberían ser los primeros en procurar la participación popular del poder? Estos “líderes” se olvidaron del pueblo. Y al darse cuenta que la ciudadanía se ha propuesto definitivamente recuperar su poder y no entregar más a ninguno parecido a ellos, estos dirigentes pegan el grito al cielo: vamos a unirnos-se (nos a nosotros).
Óscar Rubén Cáceres Jiménez

Sin ceros
Los árabes estarán tristes, en su calidad de inventores del guarismo y de los sistemas de numeración, pero algunos quieren que el cero desaparezca de las notas finales.
A partir de ahora, será imposible que el alumnado obtenga un cero en alguna asignatura (aunque lo merezca), porque la mayoría de los Ministerios de Educación de muchos de nuestros países lo han eliminado de las notas definitivas en la enseñanza obligatoria (primaria y secundaria), al considerar que la evaluación final es “continua y sumatoria”.
Esta valoración mide el progreso del alumno desde su entrada hasta el fin del curso, analizando también la asistencia, los deberes, las pruebas de control y los exámenes escritos. Un cero significaría la “ausencia total del estudiante”, algo imposible en la enseñanza obligatoria porque superado un número máximo de faltas a clase se pierde la escolaridad.
Quienes pertenecemos al universo educativo, hemos perdido un personaje clave. Hemos perdido el ‘rosco’, el cero pelotero y patatero, el ‘carolo’, el cero cerote, el cero tercero, el cero carnicero, el cero de aguacero, el cero de cenicero, el cero de crucero, el cero del lapicero hechicero, el cero del romancero,...
Contradictoria “tolerancia cero” han demostrado quienes lo han suprimido, posiblemente porque cargaron con él en sus notas escolares y, traumatizados, le juraron venganza. Politicastros disfrazados de pedagogos pretenden suprimirlo, pero ellos son cera y él, un cero de acero.
El orondo número merece un monumento, como el que tiene en Budapest. Ha inspirado no solo a matemáticos y físicos, sino a literatos y filósofos, como Víctor Hugo cuando señaló: “Cero, rehusando andar desnudo, se ha vestido de vanidad. La nada no existe; el cero no existe; todo es algo; nada es nada. Todo número es cero ante el infinito”. Tirso de Molina apuntó: “A una verdad le añaden muchos ceros”. Y el humorista Perich concluyó: “En qué sociedad vivimos, que hasta los ceros para ser algo han de estar a la derecha”.
El chiste postrero es que, por el mismo decreto, los historiales académicos, los “libros de escolaridad”, serán digitalizados. Estos documentos modernizados serán registrados con los mismos datos, pero en formato digital, es decir, solo con unos y ceros. ¿Cómo pretenden algunos indocumentados numéricos que los ceros pasen a ser unos?
Miguel Aguirregabiria