La fiesta patronal por la Virgen de los Milagros de Caacupé concluyó ayer luego de 17 días ininterrumpidos de rezos, alabanzas y oraciones a la Santa Patrona de los paraguayos católicos.
La homilía de la misa de la octava estuvo orientada a fijar la mirada en el comportamiento de la feligresía que en masa participó de la liturgia presidida por el obispo de la Capital Espiritual del país.
Contrario y muy lejos del fuerte mensaje político que lanzó tras la misa del 8 de diciembre, Valenzuela centró su sermón en el legado de obediencia que dejó la Santísima Madre Celestial ante las palabras de su hijo Jesús.
“Estamos a diez días de la Navidad ¿Cómo vamos a celebrar ese día y la víspera? ¿Cuál es el mejor regalo que le vamos a ofrecer a nuestro Señor Jesucristo? Ojalá que no sea como muchas personas suelen hacer: con muchos pecados, con mucha ofensa al Señor”, apuró hacia el epílogo de su prédica en la que llamó a recibir “con alegría” este tiempo de adviento por la proximidad de la Natividad.
Y prosiguió en tono dramático: “Esos días, la imprudencia, la bebida, pasar la raya, tomar el vehículo, carreras, accidentes, muerte en los hospitales y otros mueren instantáneamente, ofensas, humillaciones, crímenes, pecados aquí y allá. ¿Así vamos a recibir a Dios?”, lanzó a la multitud que colmó la explanada de la Basílica Santuario. Es por eso que instó a los fieles a imitar a María que siempre siguió, indulgente, la voluntad de Dios.
“Nuestra Madre nos mira y nos recalca: ‘Hagan todo lo que mi hijo les diga’”, lanzó el obispo al sugerir una oración para estos días en que se recuerda el nacimiento de Jesucristo: “Dios mío necesito que nazcas de nuevo en mi vida”, exclamó en un rezo. Dijo es necesario invocar de este modo a Dios porque muchos católicos se han vuelto desobedientes a la palabra del Señor.
JÚBILO. Valenzuela enfatizó que en este tiempo del advenimiento de la Buena Nueva, se debe atesorar la alegría para así alejar a la tristeza.
“La alegría es uno de los frutos del Espíritu Santo y no tenemos que perderla. A causa del pecado, sí perdemos esa alegría (...) Por lo tanto, para alcanzar a Dios y tener la virtud, siempre tenemos que estar alegres y cuidar nuestra alegría”, apuntó.
De acuerdo al obispo, con el “cumplimiento alegre de nuestros deberes” se puede hacer mucho bien a sí mismo y también a quienes lo rodean a uno. “Esa alegría es lo que lleva a Dios, los cristianos siempre tenemos que estar alegres”, insistió. DB
¿Cómo vamos a celebrar ese día y la víspera? Ojalá que no sea como muchas personas suelen hacer: con muchos pecados.
Ricardo Valenzuela,
obispo de Caacupé.