10 nov. 2025

No se puede ser cristiano y atentar contra la vida del prójimo

Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 10,34–11,1.

El papa Francisco en atención a la lectura de hoy y que además nos puede ser de utilidad para el momento que nos encontramos reflexionó en dos elementos presentes en la lectura de Lucas 12,49-53. El primero: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! (v. 49) y el segundo: ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división” (Lc 12,51).

“Estas palabras tienen el propósito de ayudar a los discípulos a abandonar toda actitud de pereza, apatía, indiferencia y cerrarse a recibir el fuego del amor de Dios; ese amor que, como nos recuerda San Pablo, ‘ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo’” (Rom 5,5). Francisco nos anima a ver lo que Jesús revela a sus amigos: “Su deseo más ardiente: Traer a la tierra el fuego del amor del Padre, que ilumina la vida y a través del cual el hombre se salva. Él nos llama a difundir este fuego en el mundo, gracias al cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos”.

El servicio al prójimo es el resultado de la adhesión al fuego del amor que Jesús trajo a la tierra. En la segunda afirmación, el Papa refiere: “Él vino a ‘separar con fuego’ lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto”.

Luego explica: “En este sentido, llegó a ‘dividir’, a poner en ‘crisis’, pero de manera saludable, la vida de sus discípulos, rompiendo las ilusiones fáciles de aquellos que creen que pueden combinar la vida cristiana y compromisos de todo tipo, prácticas y actitudes religiosas contra el prójimo”.

(...) Para el papa Francisco, el hecho de llamarnos cristianos tiene unas implicaciones concretas: “Es bueno llamarnos cristianos, pero sobre todo debemos ser cristianos en situaciones concretas, dando testimonio del Evangelio, que es esencialmente amor por Dios y por nuestros hermanos”.