Es bueno ser críticos cada uno con la labor que hacemos, con cada paso que damos, porque eso nos ayuda a avanzar y pretender ser mejores en lo que emprendemos. La verdad que ser autocríticos aplica a todo en nuestra vida, pero lo que más se refleja es en nuestro trabajo.
Y lo que pasa hoy es que cuando alguien se postula para algún cargo o sube a un puesto alguien ya elegido, le vamos buscando en su legajo, a ver si tiene algún antecedente malo. Eso no está mal, solo nos estamos tratando de cuidar, porque como dije al comienzo, ser críticos es bueno.
Hoy tenemos a un fiscal general del Estado nuevo, que de una manera que no se esperaba, empezó a hacer movidas en el Ministerio Público, ganándose ya al parecer a algunos “enemigos”.
Esto da la impresión que no aceptamos o no queremos que alguien venga a limpiar u ordenar nuestra casa como el nuevo titular Emiliano Rolón pretende hacerlo.
Si bien en su legajo como camarista –último cargo que tuvo antes de pasar por la Fiscalía– hubo algunas resoluciones que hoy se critica, en mi opinión se nota que realmente busca hacer un cambio sustancial en la Justicia, por lo menos con relación al Ministerio Público.
Se atrevió a hacer en solo unos días cambios que hace años se esperaban. Decidió, por ejemplo, que las investigaciones contra Horacio Cartes puedan tener un nuevo rumbo, porque si bien para algunos son secreto a voces las sospechas que hay en su contra, nadie no nos dice que tras una investigación profunda eso es cierto o no.
Y no estamos hablando de cualquier persona, estamos hablando de alguien que fue presidente de Paraguay y hoy continúa al frente de uno de los partidos políticos más importantes del país.
Lo mismo hizo con la causa de Hugo Velázquez, designó un nuevo equipo para que lo investigue, por las sospechas de corrupción en su contra, que hace meses comunicó los EEUU.
Se espera que el fiscal general continúe así, buscando dar respuestas a los diferentes reclamos de la sociedad, porque son varios.
Son solo 15 días y ya se notan cambios, pero igual seremos críticos si hace falta en cualquier situación.
Hace poco leí en el medio ecuatoriano El Universo, una carta de un lector que decía: “El gobernante debe inspirar una gran confianza, lo que requiere de competencia para desempeñar el cargo, dedicación seria a la misión encomendada, cumplir lo que dice, informar con objetividad y transparencia, reconocer con sencillez sus errores y admitir las críticas ponderadas”, justamente lo que decíamos.
Y me gusta cómo sigue este escrito: “Si el pueblo advirtiera incompetencia, ocultamiento de información que el gobernante tiene obligación de comunicar, contradicción de criterios, falsedades comprobadas…, la confianza se convertiría en desconfianza, inseguridad, sospecha de intenciones ocultas”.
Bueno, más de uno sabe que esto es lo que ocurrió con la última persona que estaba como titular del Ministerio Público, que pese a los insistentes reclamos y querer una respuesta sobre ciertas causas, la ciudadanía no tenía esa comunicación abierta, más bien, se corría para no responder.
Pero volviendo al punto, hay algo en lo que muchos tienen razón; a veces nos olvidamos de reconocer los pasos buenos de nuestros gobernantes y es algo que debemos practicar un poco más, pero también digo que no dejemos de ser críticos tanto con nosotros mismos, como con nuestras autoridades.