08 ago. 2025

Necesidad de la gracia de Dios; la misericordia de Dios nos salva

Jesús predica y cura a los enfermos en los alrededores del lago de Tiberíades. Su fama se ha difundido por toda la región. La gente habla y se hace preguntas sobre Él. Muchos le consideran ya el Mesías prometido.

En ese momento, mientras salía de una localidad, «le siguieron dos ciegos diciendo a gritos: –¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9,27).

Como los ciegos del evangelio, nos sentimos también necesitados.

Ellos sufrían una dura limitación física; nosotros, en el recogimiento de nuestra oración, nos damos cuenta de que también experimentamos tantas limitaciones materiales y espirituales. Existen muchas cosas que quisiéramos ver más claro.

Jesucristo vino al mundo para salvarnos. Él «está dispuesto a darnos la gracia siempre, y especialmente en estos tiempos; la gracia para esa nueva conversión, para la ascensión en el terreno sobrenatural; esa mayor entrega, ese adelantamiento en la santidad, ese encendernos más». Jesucristo, si se lo pedimos, puede traer también luz a nuestros ojos.

«Ahora, que se acerca el tiempo de la salvación –señala san Josemaría–, consuela escuchar de los labios de San Pablo que después que Dios Nuestro Salvador ha manifestado su benignidad y amor con los hombres, nos ha liberado no a causa de las obras de justicia que hubiésemos hecho, sino por su misericordia (Ti 3,5).

Si recorréis las Escrituras Santas –continúa–, descubriréis constantemente la presencia de la misericordia de Dios: Llena la tierra (Sal 33,5), se extiende a todos sus hijos, super omnem carnem (Eclo 18,12); nos rodea (Sal 32,10), nos antecede (Sal 59,11), se multiplica para ayudarnos (Sal 34,8), y continuamente ha sido confirmada (Sal 107,2). Dios, al ocuparse de nosotros como Padre amoroso, nos considera en su misericordia (Sal. 24,7): Una misericordia suave (Sal 109,21), hermosa como nube de lluvia (Eclo 35,26)»

Dejémonos tocar por Dios y vivamos nuestra vida cristiana con actitud de hijo en una atmósfera de confianza. Tenemos la seguridad inquebrantable de que el Señor «nos ama, y quien ama comprende, espera, da confianza, no abandona, no corta los puentes, sabe perdonar.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/article/meditaciones-viernes-primera-semana-adviento/).