Los municipios son la comunidad de vecinos con gobierno y territorio propios y que tienen por objeto el bienestar de la comunidad y el desarrollo de los intereses locales.
Sin embargo, salvo honrosas excepciones, en vez de ser la instancia de poder y de administración más cercana a la población, los municipios se han convertido en agencias de empleo para correligionarios partidarios, amigos y familia de los políticos.
Esto se hace más que evidente si se observan las ciudades colapsadas por el tráfico infernal, el lamentable servicio de transporte público, crecimiento urbano con edificios y proyectos fuera de los planes urbanos cuando los municipios los tienen, y en ciudades que ni si quiera disponen de desagüe pluvial, o en todo caso un servicio eficiente de recolección de residuos.
La consecuencia directa es el caos, son las calles convertidas en impetuosos raudales muy peligrosos para la población, y son también calles y avenidas destrozadas, con veredas rotas y sucias y basura por todas partes. Esto sucede porque las prioridades de las administraciones no están puestas en las necesidades de la gente. Por esta razón se prioriza el uso de los recursos del Municipio para pagar funcionarios que en realidad muchas veces no cumplen función alguna. Al final a los municipios con intendentes, concejales y funcionarios escasamente comprometidos no les queda dinero para invertir en los servicios que realmente son necesarios para los vecinos.
Lo que sucedió durante la última tormenta que nos azotó y que tuvo características de verdadera tragedia en la ciudad de Lambaré, en el área metropolitana de la capital del país, expone claramente las consecuencias de una administración ineficiente. No obstante, es incluso mucho más que eso. La desidia y la corrupción cuestan la vida de los ciudadanos.
En el caso de Lambaré, los vecinos se acostumbraron a convivir con una verdadera trampa mortal. Se trata de la calle que desemboca en el arroyo Lambaré. Precisamente en este sitio dos militares fueron arrastrados por el raudal durante el fuerte temporal de la pasada semana. La respuesta de la Comuna fue simplemente instalar postes reciclados de semáforos cual vallas de seguridad. Es evidente que la respuesta de la población no se hizo esperar, pues esperaba que por lo menos fueran instaladas barreras más resistentes que pudieran evitar que personas y vehículos fueran arrastrados por el raudal.
Cuando la Comuna dio explicaciones, estas fueron desmentidas. Se presentó como excusa que cuando se colocan barreras, ellas son hurtadas; sin embargo, el capitán de bomberos de Lambaré había señalado que la falta de protección en el lugar ya cumplía dos años.
Las autoridades municipales que no cumplen ni sus promesas ni sus funciones deben tener muy presente otra ejemplar lección de Lambaré: la historia de su ex intendente quien actualmente guarda prisión después de haber sido investigado e imputado por lesión de confianza y mala utilización de fondos.
Si bien es cierto que la Justicia ayudó al ex intendente de Lambaré Roberto Cárdenas, tanto que es conocido como “chicanero serial” y tras cinco procesos por corrupción sigue peleando desde la cárcel, se debe saber que la historia no siempre estará de su parte. Los paraguayos necesitan contar con autoridades que trabajen verdaderamente por el bienestar de la mayoría. Para lograrlo, es esencial que tanto las autoridades municipales como las nacionales cumplan con sus responsabilidades de manera eficiente y comprometida. Ya no podemos seguir en manos de la politiquería.