- Darío Lugo
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América Latina: entre la esperanza y la frustración, fue el tema abordado por el líder de uno de los thinks tanks liberales más importantes de Chile y Latinoamérica: Axel Kaiser, quien a invitación de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Paraguay (CNCSP) desplegó su visión en torno a ideologías, polarización, populismos y las amenazas que conllevan las crispaciones sociales, sin el liderazgo de instituciones que expongan fuerte dosis moral y de compromiso. Última Hora accedió a una conversación con este referente liberal, quien objeta los proyectos llamados progresistas y brinda su apreciación acerca de cómo se puede sostener una esperanza para la región, siguiendo paradigmas relacionados al mercado y a un Estado eficiente.
–¿Qué escenario envuelve a la región actualmente y por qué habla de esperanza versus frustración?
–Determinadas ideologías son responsables de que tengamos muchos gobiernos no favorables para el progreso, como Manuel López Obrador en México, Gabriel Boric en Chile, los Kirchner en Argentina o Petro en Colombia. Mi objetivo siempre es explicar que la razón por la que América Latina navega entre la esperanza y la frustración (o el fracaso) es que no logramos el desarrollo de instituciones que garanticen amplios grados de libertad económica.
–¿Por qué se da ese fenómeno?
–Nuestras sociedades están impregnadas de una cosmovisión no compatible con el desarrollo. Esto es reiterado en espacios de influencia cultural, en medios de comunicación, desde la Iglesia misma, en líderes de opinión y académicos. Mientras no cambiemos esa postura, no podremos salir adelante todo lo que quisiéramos, y tendremos casos como el de Venezuela.
–¿Cuáles fueron los paradigmas o países verdaderamente exitosos en los últimos años?
–Por un momento la estrella regional fue Chile, porque avanzó con una rapidez pocas veces vista en reducción de pobreza y aumento del PIB per cápita. Pero a pesar de ese progreso decide seguir –con el Gobierno de Boric– la ruta contraria y destrozar parte de los fundamentos del éxito que había tenido.
–¿Un reflejo de la reacción de los chilenos fue el último resultado por la reforma constitucional?
–Nos salvamos de lo peor al rechazar el proyecto de Constitución, pero no será fácil avanzar hacia el desarrollo. Si esto le pasa a Chile, le puede suceder a cualquier país. Se trata de la nación que llegó a ser más avanzada, con el mejor índice de desarrollo humano de la región, con mayor movilidad social y menor tasa de pobreza. Todo eso se está revirtiendo ahora.
–¿Qué déficits de carácter estructurales se gestaron para que se diera este escenario en algunos países?
–Es un problema cultural fundamentalmente. Mucho se habla de las instituciones, pero estas no existen independientes de quienes las integran, si tenemos un Poder Judicial que en la Constitución es independiente, y en teoría sanciona al Ejecutivo o al Congreso, la realidad es que fácilmente el primero de los poderes citados es influenciable por redes políticas o de corrupción. Es un problema también de integridad moral de los miembros del Poder Judicial. En América Latina hay un déficit fuerte en términos de estructura valórica.
–¿Y en cuestión de competitividad?
–No tenemos hábitos del trabajo duro; y eso está medido, lo dice el mismo informe de Competitividad del World Economic Fórum, cuando señala que la ética del trabajo en la región no es muy sólida; mientras que la eficiencia estatal es pobre, porque somos corruptos. Hay temas de diseño institucional que se pueden arreglar, pero se mantiene una cultura sin compromiso moral férreo ni honestidad, contrario a los países nórdicos o anglosajones.
–¿Esto es caldo de cultivo para qué fenómeno?
–Hay muchos grupos esperando al mesías salvador, al antisistema que quiere barrer con todo y promete el paraíso sobre la tierra. Ahí están los anarquistas, aquí se vio recientemente en Paraguay. Las élites deben hacer reformas necesarias para la transparencia y dar el ejemplo, ya que si no, es cosa de tiempo que un líder antisistema llegue al poder. Nos pasó en Chile con Boric: prometió enterrar el neoliberalismo... es antisistema en ese sentido.
–¿Cuál será la metodología para contrarrestar esta amenaza?
–Hay que hacer reformas con élites que señalen que están ahí, con políticos y empresarios trabajando por el bien del país y no para servirse a sí mismos a expensas de los recursos públicos. Si se instala la sensación de hastío cuando no hay progreso, se estanca el crecimiento económico y crece la corrupción; unos cuantos viven bien y otros no. Es el caldo de cultivo ideal para el populista.
–¿Cuál es su visión de Paraguay, atendiendo a estas aristas?
– Es bastante tranquilo, en general no se tuvo una izquierda revolucionaria antisistémica como en Colombia, Ecuador o parte de Argentina. Es estable en el sentido político, a pesar de que ahora hubo señales más complicadas. Mantuvo una política económica buenísima de impuestos bajos y redujo la pobreza a la mitad de sus niveles anteriores. Deben cuidar de no dejarse matonear por instituciones internacionales como el FMI, que quiere sofocarle con impuestos.
–Respecto del fenómeno de la llamada polarización, ¿qué advierte en la región?
– Es global, en realidad, y potenciado por las redes sociales, que sirvieron de altavoz para posturas más radicales. Los clicks y las vistas posicionan mejor cuando las posturas públicas son más agresivas y descalificadoras; mientras que los algoritmos funcionan confirmando los sesgos de quienes están conectados, confirmando lo que uno piensa. Así, se empiezan a construir menos vasos comunicantes y, según estudios, casi no hay gente de derecha que siga a los más inclinados por la izquierda, y viceversa. Entre la clase dirigente hay dificultad para ponerse de acuerdo. La posibilidad de dialogar entre partidos y sectores se pulverizó; y es peligroso porque lleva a un país de enemigos, menos gobernable, menos predecible: podría así llegarse a una guerra civil o a una dictadura.
–¿Qué modelos o paradigmas calzan en la llamada esperanza que usted postula?
–Sumando y restando, Paraguay es un caso de esperanza. Tiene políticas económicas sensatas, las leyes impositivas atraen la inversión extranjera. Hay esperanza también en Argentina con Javier Milei y su movimiento libertario, que logró cambiar el eje del debate y, aunque no gane en las próximas elecciones, el siguiente gobierno implementará sin falta esas ideas liberales. Otro caso: la derecha conservadora chilena arrasó en la última elección por la Constituyente, la bolsa subió y el peso se fortaleció.
Perfil
Axel Kaiser. Es abogado chileno-alemán, doctor en Filosofía, profesor universitario, politólogo, escritor y activista de ideología austroliberal. Es columnista de los diarios Financiero y El Mercurio, de Chile.