Las visitas a los camposantos comenzaron desde ayer, cuando muchas personas aprovecharon que aún no había aglomeración para ir a rezar por sus seres queridos y depositar flores, coronas y otros recuerdos en sus sepulcros.

Decenas de hondureños llegan al cementerio de El Durazno (Honduras), durante la conmemoración del Día de los Difuntos, fecha en la que miles de hondureños adornan y visitan las tumbas de los suyos. EFE | Ampliar imagen
La venta de flores y coronas, al igual que la limpieza de tumbas, son algunas actividades que en esta fecha predominan en los cementerios hondureños.
Hombres, mujeres y niños ofrecen ramos de flores, coronas y otros adornos naturales o artificiales para las sepulturas, aparte de agua, golosinas y comida para los visitantes.
Otros hondureños ofrecen cortar el monte, pintar o repellar las tumbas, reparar, construir e instalar cruces, entre otras obras de remozamiento.
La crisis económica también hace que año tras año se encarezca la conmemoración del Día de Difuntos.
En el Cementerio General de la capital hondureña, los precios de las flores y coronas son más altos que el año pasado, según medios locales.
La devoción de muchos capitalinos por sus muertos se ve afectada por el temor a que sus ofrendas sean robadas dentro de poco tiempo por delincuentes que pululan en la zona del cementerio.
El antiguo camposanto capitalino es sometido a un permanente saqueo de adornos, cruces y placas, sin que ninguna autoridad lo impida.
Las tumbas de muchos escritores, políticos, artistas y ex gobernantes hondureños no se salvan del pillaje y el abandono del recinto, situación que no cambia a pesar de que ha sido denunciada durante años.