Por su parte, la evolución de la producción total de soja da cuenta del periodo 2021-2022 con 3.418.971 toneladas, frente a la zafra 2020-2021, en la que se alcanzó las 10.098.049 toneladas. Cuando se habla de productividad del cultivo de soja, el análisis nota una caída que situó a tan solo 979 kg por hectárea; mientras en la cosecha anterior se alcanzaron 2.728 kg por hectárea.
A ello se suma la importación de fertilizantes, que también sufrió el impacto de la sequía, traducida en el precio por tonelada: en el 2019 hubo un promedio de USD 326; al año siguiente el valor quedó en USD 304; en 2021 se llegó a USD 578 y este año el precio de los fertilizantes se sitúa en USD 816 por tonelada.
Otros efectos se traducen en la afectación en cultivos de subsistencia (mandioca) y maíz; de renta (sésamo); impacto sobre la seguridad alimentaria y los ingresos, con menor disponibilidad de alimentos y pérdida de ingresos. Para puntualizar en la producción de ganado, las vacas, cerdos y gallinas que consumían maíz también fueron afectados, según el estudio, encomendado a la consultora MF Economía e Inversiones.
En torno al flete de granos, entre enero y agosto de 2022 se sumaron (en cantidad) 150.028; mientras que el mismo periodo del año anterior se llegó a 238.328 fletes en total.
En el entorno de los agricultores familiares tecnificados, el estudio menciona que estuvieron impactados negativamente por la sequía en soja, con fuerte recuperación mediante el maíz, ya que hubo lluvias en el otoño de este año. Por su parte, los hortigranjeros atravesaron sin mayores efectos, por la tecnificación (el sistema de riego, principalmente).
Hay una diversidad de fuentes de ingresos no agrícolas que también se vieron arrastrados por el efecto de la sequía, tal como especifica parte del análisis realizado por la consultora mencionada.
Entre ellas se encuentran las remesas de dinero de parientes, las menores necesidades por una población limitada en zonas rurales; los hombres se encontraron con una búsqueda más significativa de trabajo en las estancias del Chaco; además de haber emprendimientos individuales, como peluquerías, talleres mecánicos, bordados de croché que se vieron enfrentados a estrategias de subsistencia muy desarrolladas y diversas.
estrategias. “La gran mayoría de los agricultores familiares movilizaron estrategias no agrícolas, con experiencia en gestión de este tipo de eventos; mientras que los agricultores familiares tecnificados lograron ‘transitar’ la tormenta en mejores condiciones”, resume el estudio presentado.
Manuel Ferreira, principal responsable de la consultora, destacó en su presentación que este año se tuvo la peor producción agrícola registrada en la historia del Paraguay debido a la sequía. “La producción más baja fue de 1.367 kilos por hectárea en el 2012, y este año solo tuvimos 900 kilos por hectárea, lo que representa una pérdida de 3.000 millones de dólares en ingreso de divisas por exportación y una reducción del 5% del PIB”, dijo.
Durante su disertación, indicó que todos los actores de la cadena resultaron afectados, desde los productores, los silos, las industrias, el transporte y el mercado. “La industria y los silos quedaron desabastecidos, no había materia prima”, agregó.
Asimismo, indicó que el costo social se reflejó en la cantidad de pequeños productores que se sostienen mediante la producción de granos. “Hoy día los productores con menos de 15 hectáreas se dedican principalmente a la soja, ese es su rubro de renta; ya no son el sésamo ni el algodón. El impacto de la sequía en este sector fue muy grande, ya que existen poco más de 800.000 hectáreas de soja en manos de pequeños productores en el país”, dijo.
El análisis de MF Economía e Inversiones para la UGP también esboza recomendaciones de política pública, con el fin de fortalecer los sistemas de producción de la agricultura familiar; además de facilitar la infraestructura vial y los medios de transporte para el comercio en ferias; fortalecer la integración de sistemas de producción animal y vegetal e incluso desarrollar nuevas cadenas de empleos no agrícolas como fuente alternativa o complementaria de ingresos.
El fuerte impacto de la sequía en la producción local se traduce en afectaciones a sectores, que desgrana una consultora para la Unión de Gremios de la Producción (UGP).