Su cortometraje La Voz Perdida ganó el Premio Horizonte (Orizzonti) al Mejor Cortometraje de la 73 edición de la Mostra de Venecia. “Un premio así es siempre un estímulo feroz. También abre puertas y contribuye a que este trabajo en particular pueda permanecer en el tiempo”, dice.
La producción de 11 minutos, inspirada en un testimonio acerca de la masacre de Curuguaty (2012), desplazó a más de una docena de propuestas en competición.
“Por su impecable trabajo sonoro y un montaje narrativo contundente e innovador, el Jurado Orizzonti decide otorgar por unanimidad el Premio al Mejor Cortometraje de la 73 Mostra Internacional de Cine de Venecia a La Voz Perdida, de Marcelo Martinessi, de Paraguay”, señala el fallo del jurado, presidido por el francés Robert Guédiguian.
“Siempre tuve una gran admiración por las películas que se ven en este festival y me alegra poder marcar una nueva presencia de cine paraguayo en un lugar así”, señala.
Consultado si a partir de este premio aspira a algo particular en su carrera, Martinessi cuenta: “Los planes inmediatos que tengo no van a cambiar. Estoy terminando de editar un documental para DocTv Latinoamérica y preparando –con un genial equipo de gente– mi primer proyecto de largometraje para el año que viene”, dice.
Martinessi cree que el cine de bajo presupuesto es muy valioso, pero añade que “no puede ser lo único que exista” en un país como Paraguay, que necesita una reflexión crítica. “Será importante una escuela pública de cine y que los fondos específicos del sector tengan continuidad y sean concursables. Este es el momento de hacerlo, ahora hay una generación que tiene una necesidad urgente de contar sus historias...”, afirma.
Responsabilidad. Para el director, quienes tienen oportunidad de contar historias de Paraguay cargan con gran responsabilidad. “El cine puede ayudarnos a abrir los ojos; Curuguaty es una herida abierta y duele”, señala, mientras adelanta que seguirá trabajando sobre este tema.
El director de cine considera que hay que aproximarse a Curuguaty, antes que nada, con mucho respeto. “Vengo de una clase privilegiada y difícilmente podría narrar esta historia sin la voz/guía que es columna vertebral de este cortometraje. Y en eso, el apoyo de Perla Álvarez y la familiaridad que se logró con la familia Castro-Benítez fue fundamental”, subraya.