El objetivo es incrementar los controles sobre el contrabando, y así evitar pérdidas en las recaudaciones impositivas por este producto. Para llegar a esto la discusión fue larga y dura. Como no podían evitar los controles, las empresas tabacaleras hicieron un fuerte lobby para que se adopte un sistema que pudieran controlar ¿Le suena?
Todo comenzó en el 2005. Ante el preocupante aumento del número de fallecimientos en todo el mundo a causa del tabaco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el Convenio Marco para el control del Tabaquismo, al que se adhirieron 180 países. Este convenio fija, entre otras cosas, disposiciones relacionadas con el comercio ilícito de productos de tabaco.
“El comercio ilícito aumenta la accesibilidad y asequibilidad de los productos de tabaco, alimentando así la epidemia de tabaquismo y socavando las políticas de control del tabaco. Asimismo, produce considerables pérdidas en los ingresos públicos, al mismo tiempo que contribuye a la financiación de actividades criminales transnacionales”, refiere el Protocolo para la Eliminación del Comercio Ilícito de Productos de Tabaco, de la OMS, que entró en vigor en setiembre de este año en 48 países.
Básicamente, la trazabilidad lo que hace es determinar (a través de un código de barras), la autenticidad del producto, fecha y lugar de fabricación, maquinaria usada, datos del comprador y vendedor, entre otros.
Esta situación contrasta con lo que sucedió el jueves pasado en la Cámara de Senadores, donde se rechazó el proyecto de ley que establece la transparencia de la cadena de suministro de tabaco y sus productos. Un grupo de legisladores de la Cámara Alta plantearon la aprobación de este proyecto, con el que se pretendía derogar la Ley 6107/18, “De transparencia de la cadena de suministro de tabaco y sus productos”.
¿Por qué derogar una ley de este año, aún no está reglamentada y por ende no entró en vigencia? Porque simplemente la ley vigente no establece un control estricto, tras haber sido cercenada en la Cámara de Diputados del periodo legislativo anterior, por una mayoría cartista.
Hay dos maneras de recaudar más impuestos de productos derivados del tabaco. La primera es incrementando la tasa y la segunda es aplicando controles. En el primer caso, Paraguay tiene la tasa más baja de Sudamérica. En el segundo, simplemente no existe un control, no se sabe cuánto se importa ni se exporta.
La normativa vigente solo establece mínimos controles para importadores y nulos para exportadores. El proyecto pretendía exigir un control riguroso tanto a importadores como exportadores.
Mientras el Congreso siga dominado por el yugo tabacalero, Paraguay seguirá siendo conocido como el principal contrabandista de cigarrillos.
Pero, además, el Fisco continuará perdiendo recursos valiosos para atender la salud pública. Es hora de acabar con los y comenzar a forjar un país formalizado y que se ocupe de sus habitantes.