“No se preocupe por las tierras que va a conquistar, preocúpese en ser un buen comandante de Batallón” fueron las palabras de su interlocutor. Tras recordar el hecho, al borde de la emoción, el viejo soldado sorbe un trago de agua, mira al auditorio y agrega: “Juré nunca olvidar aquellas palabras, fue el faro que iluminó mi camino a lo largo de una vida de servicio a la patria”. Al finalizar la ponencia, el general Pereira utilizó dos términos: Lustre y nombradía.
Ubiquémonos en el tiempo de aquella proeza, era finales de los años 50 del siglo pasado. Una década antes había finalizado la II Guerra Mundial y hacía veinte años la Guerra del Chaco.
Traje a colación el gracejo, para hacer una odiosa comparación entre aquellos personajes históricos y los de hoy. Aclaro, no creo que todo tiempo pasado fuera mejor. Los hombres tenemos luces y sombras. Sí considero, que las vicisitudes y los conflictos de cada generación producen dos efectos: Une a las personas de manera honesta y solidaria o los muestra de conformidad a su plumaje y pedigrí. A su temperamento, carácter y personalidad. De que están hechos. Confieso que particularmente clasifico a los seres humanos de conformidad al siguiente trino: O son adoradores del lucro rapaz, o son adoradores del cargo, o son útiles a la sociedad. Los primeros buscan ganar dinero de manera inescrupulosa a cualquier costo, los segundos - los “imprescindibles” -son los eternos elegidos de siempre para servir a cuanto Príncipe ven pasar, y los terceros los que buscan perpetuar su memoria y la de su era, sirviendo a sus semejantes con ética y honestidad. La hora de la rendición de cuentas llega tarde o temprano y ese momento puede ser perversamente cruel. Cuando el 15 de Agosto del 2023 culmine el presente mandato presidencial - aquellas personas y corporaciones que por años controlaron determinados sectores del Estado- deberán rendir dichas cuentas de sus actos ante sus compatriotas y ante sus conciencias. Aún están a tiempo de conquistar objetivos nobles en beneficio del pueblo paraguayo. Escribo estas líneas analizando los últimos sucesos que rodearon a las licitaciones hechas para abastecer de insumos y medios al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
Confieso que en esta ocasión no pensé cargar la tinta de mi pluma con la flama de la enjundia. Pero recordé, que un día, el general de Brigada (SR) Porfirio Pereira Ruiz Díaz me convocó a la cátedra para dictar una frase que aún hoy resuena en mis oídos: El servicio público debe ser cumplido con lustre y nombradía.