14 may. 2024

Luis María Martínez El legado de un notable poeta social

La reciente partida física del autor de una destacada producción de poemas a lo largo de más de cuatro décadas, nos incita a acercarnos a quien construyó una de las obras poéticas más sólidas del país.

  • Antonio V. Pecci
  • Periodista e investigador
  • antoniopeccipy@yahoo.com

No le fue concedido el Premio Nacional de Literatura a pesar de su calificada producción. Así como tampoco a Josefina Plá, Félix de Guarania o Carlos Villagra Marsal. Señala Teresa Méndez-Faith: “De extenso recorrido poético, su obra se caracteriza por un fuerte acento crítico-denunciatorio y muchos de sus poemas reflejan una gran admiración por Elvio Romero, el poeta paraguayo más conocido de las últimas décadas”.

Luis Ma. Martínez (90) deja publicados una treintena de libros, entre los que pueden citarse Poesías (1960), Armadura fluvial (1961), Ráfagas de la tierra (1962), Arder es la palabra (1966), Chile será victoria (1976), Perpetuamente alondra (1982), entre otros.

En 1980 recibió el Primer Premio del Concurso de Poesía del PEN Club del Paraguay, así como el Premio Municipal de Literatura de la Municipalidad de Asunción. Una compiIación largamente valorada fue su antología de la poesía social que denominó El trino soterrado, en dos volúmenes, a mediados de la década del ’80, desafiando la censura vigente. Además de dirigir la revista Estudios dio a luz un valioso estudio Herib Campos Cervera -novecentista olvidado- prosa y poesía (2006).

Miembro del PEN Club, ocupó en dos oportunidades la presidencia del mismo y formó parte de distintas directivas junto a José-Luís Appleyard, Miguel Ángel Caballero Figún, Augusto Casola, William Baecker, Emi Kasamatsu, Jacobo Rauskin y Mauge Ayala, en reuniones en que se abordaba lo divino y lo humano en una esquina del Bar San Roque.

También ocupó el cargo de presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay, desde donde impulsó distintas iniciativas.

Fue una de las figuras de la resistencia cultural bajo la dictadura, elaborando sus versos en un ambiente marcado por el miedo, las persecuciones y la opresión, sin que su pluma dejara de retratar la dura realidad que vivían sus compatriotas y las ansias de libertad.

Palabra libertaria

Delfina Acosta, poeta y su enfoque: “Durante más de siete décadas esgrimió su palabra libertaria cual espada, contra la tiranía, la opresión y la injusticia. Detallista observador fue cimentando su obra con dedicación y paciencia durante cada día de su vida. Fue además un lector incansable, generoso amigo y amoroso padre y esposo.

Desde la editorial Arandurâ apuntan: “Tuvimos el privilegio de publicar una veintena de sus libros desde 1993, varios números de la Revista Estudios que él dirigía, así como trabajar juntos en otros proyectos culturales.

En una de las publicaciones de este sello dice Augusto Casola en su libro Luis María Martínez, obrero de la palabra: “Entre las obras nunca valoradas en su verdadera magnitud en nuestro medio, se encuentra la de Luis María Martínez, y agrega: Entre los buenos escritores, existen aquellos que llegan a escalar hasta la cumbre de su montaña, otros en cambio, se asemejan a esos nobles ríos de llanura que colmatan, tras cada crecida, los secos valles aluviales a los que fertiliza con sus aguas e impiden que se vuelvan zonas muertas y desérticas. A este grupo de escritores pertenece Luis María Martínez, incansable forjador de palabras que generosamente se derraman y encienden las flores de la esperanza para por fin cubrir todo el valle beneficiado, antes que de nuevo marchiten y desaparezcan en la aridez de su destino”.

Victorio Suárez, poeta y narrador, actual Pdte. de la SEP, opina: “Si bien descolló en la cuentística y el ensayo, es en el género poético donde extendió una arboleda inexpugnable de dignidad estética y preocupación social. En ese extenso trajinar, él reflejó su propio estilo emancipado de todo aquello que significaba irrisorio o escapista.

Por entonces, Luis María resplandecía con bellas reminiscencias de Rafael Alberti, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y Elvio Romero, entre otros. Su sólida formación le permitía recrear una amalgama expresiva muy consistente desde la inicial publicación de Poesías (1960).” Entre las obras que enumera de su última etapa, Suárez rescata su Antología poética (2003) y su Antología de la poesía social del Paraguay, histórica propuesta que retrata a los poetas paraguayos en el tiempo. En el 2013 publicó Apuntes literarios, Antología mínima y, en el 2015 En los aires del tiempo. Posteriormente: El rumor de la lluvia (pensadores y luchadores por un mundo mejor (dos tomos, 2020), y La derrota, la duda y otros cuentos (2021).

Esta recopilación no reúne toda la producción literaria de Luis María Martínez. Sin embargo, sirve para dimensionar su gran productividad literaria, tarea resumida en más de cincuenta libros.

Luis María Martínez fue un hombre sincero, un bardo de ribetes excepcionales, un luchador revolucionario que con su ejemplo eleva el espíritu de quienes continuamos procurando por un país mejor.”

Para Mario Casartelli, su valoración gira en torno a sus influencias: “Todos quienes estamos en el terreno de la creación poética, sabemos que Luis María Martínez gestó poemas de incesante contenido político. Con influjos del Rafael Alberti y de los paraguayos Elvio Romero y Herib Campos Cervera, fue el que, acaso, en la segunda mitad del siglo XX, más insistió con ese tema. Sus volúmenes poéticos dan cuenta de ello. Sus ensayos sobre las vicisitudes de nuestra América están registrados en las páginas de los Cuadernos Martianos, del que fue mentor y asiduo colaborador. De ahí su libro sobre José Martí. Con ese cúmulo de creaciones se convirtió, a la vez, en animador y promotor cultural. Con tal inquietud por la literatura de denuncia, realizó una valiosa recopilación antológica de la poesía social del Paraguay: El trino soterrado, vols. I (1985) y II (1986), donde se reflejan aspectos sombríos de la tiranía stronista. El poeta perteneció a las filas del Partido Comunista”.

No obstante, más allá de los versos de acento épico y social, también se expresó con versos íntimos.

“Durante más de siete décadas esgrimió su palabra libertaria cual espada, contra la tiranía, la opresión y la injusticia”. Delfina Acosta

Así escribía

El Paraguay

(Fragmento)

- I -

Y el Paraguay me llama

vestido de paloma y rosicleres,

a hermanarme con él,

y a llevarlo en el ancho corazón que poseo

cual un río rebelde de azul cabalgadura. 5

Mi Patria de raíces palpitantes,

de palpitantes aguas que recibe,

es una estrella tropical y fuerte

que amamanta a sus hijos

con el calor y guerra de su aliento. 10

Sus heridas feroces,

de cuchillos y máuseres,

me duelen sobre el hombro, permanentes.

Parecieran sonar en mis costados

todos los huesos enterrados 15

en su regazo mineral de tierra.

Por eso aquí el maíz, el agua, la madera,

se fueron coronando

de rápidas y silvestres

vestiduras de rayos

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