Por Adolfino Aquino
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El presidente Lugo, en el discurso, es de izquierda, pero su Gobierno, en los hechos, es de derecha. No hay modificación del sistema de gobierno, solo cambios de personas.
Lugo juega al péndulo con los partidos, dentro del país, y hace lo mismo con los gobiernos extranjeros. No tiene problemas para recorrer desde la derecha, por el centro y llegar hasta la izquierda, para luego volver.
Las medidas adoptadas por la administración luguista, en el aspecto social, son muy pocas como para ubicarlas en el contexto de un Gobierno de izquierda: la pobreza avanza; los campesinos siguen con sus mismos reclamos de antes, hasta la represión continúa contra ellos. No existe la reforma agraria prometida.
La izquierda, hoy, es aquella que apuesta fuertemente a la cuestión social. Proyectos sobran en ese sentido, pero en la gestión del Gobierno no hay hechos que confirmen la tendencia.
Lugo intenta fortalecer sus bases en las organizaciones sociales, pero encuentra entre estas a sus críticos, que les están reclamando aún la reforma agraria.
El 16 de agosto del 2008, Lugo participó de un acto izquierdista con Chávez en San Pedro, en donde ambos firmaron acuerdos de cooperación agrícola, energética, de educación y de salud. Fue aquí donde Chávez ofreció a Paraguay “todo el petróleo que necesita en este siglo”.
Antes (el 10 de agosto), llegó la nueva embajadora de Estados Unidos, Liliana Ayalde, y dijo: “Mi Gobierno puede apoyar al presidente Lugo en todos sus objetivos, de buscar cómo beneficiar a más paraguayos con la democracia. Esto lo vamos a hacer. Así que estoy entusiasmada de empezar la tarea”.
El 27 de octubre del año pasado, Lugo se entrevistó con Bush en Washington y el presidente norteamericano le dijo que era “un gobernante con quien podemos trabajar”.
El 7 de mayo del 2009, Lugo se reunió con Lula Da Silva, en Brasilia, para renegociar el Tratado de Itaipú. Ambos resolvieron postergar las firmas de acuerdo para el presente mes. Esta es una de las promesas electorales de Lugo que no logra concretar totalmente.
Recientemente, el jefe de Estado intentó ayudar al presidente derrocado de Honduras, Manuel Zelaya, para retomar el poder. La ida y la vuelta la realizó en un avión proveído por Hugo Chávez.
Ejemplos de la jugada al péndulo de Lugo con la izquierda y la derecha sobran. Después de hablar con Bush, el presidente se encontró con Rafael Correra, Evo Morales, Daniel Ortega, Cristina Fernández y Michelle Bachelet. Adonde va, habla del socialismo y de un gobierno participativo.
EN LO INTERNO. A nivel interno, el principal partido que le llevó al poder a Lugo fue el PLRA, de la derecha. Mientras que en el Gobierno, aparte de los exponentes de este partido, los representantes de la izquierda (ver cuadro) que obtuvieron cifras ínfimas en el porcentaje de votos, en las elecciones generales del año pasado, también ocupan cargos importantes.
Lugo no tiene una organización política fuerte para realizar sus planes. Por eso, su discurso no aterriza. Se apoya en Tekojoja y P-MAS, y en algunos simpatizantes izquierdistas, y flirtea con los partidos tradicionales.
Para llevar a cabo un plan de combate a la pobreza, desde la Secretaría de Acción Social (SAS), pidió al Congreso Nacional, entre otras cosas, la aprobación del crédito del Banco Mundial (BM) de 100 millones de dólares.
Logró del Senado la media sanción al proyecto, pero con drástico recorte del presupuesto para la SAS, de 80 mil millones de guaraníes a 10 mil millones de guaraníes. No obstante, el Senado destinó los 70 mil millones para obras públicas.
La resistencia tuvo fundamentos políticos. Los colorados y algunos de otros partidos, que votaron por la modificación, saben que la SAS es fundamental para crear la base social del Gobierno. Entonces, prefirieron dar menos dinero a esta institución.
Pese a todo, el presidente gobierna con los partidos tradicionales como puede, a veces con el PLRA y a veces con la ANR, según la coyuntura. Ahora mismo tiene más respaldo de los colorados, pero no puede aterrizar su discurso izquierdista. En los hechos, se mantiene en la derecha y así está por cumplir un año de mandato.
LA DISTRIBUCIÓN DEL PODER
El poder real está donde se manejan más fondos del Estado. Los cargos más importantes, en este contexto, están a cargo de los exponentes de la derecha.
Carlos Mateo Balmelli (liberal) es el director de Itaipú Binacional.
Dionisio Borda, ministro de Hacienda, es el que se encarga de conseguir los grandes préstamos internacionales para el Gobierno de Lugo de los grandes centros financieros mundiales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial.
Borda no solo hace las gestiones, sino que también lo consigue. Además, maneja el Ministerio más importante para la distribución del poder real: el Ministerio de Hacienda.
Todas las demás instituciones dependen de Hacienda, que puede otorgar o negar los recursos aprobados por el Congreso Nacional, “si hay recaudación”.
Los izquierdistas que están con Lugo, en las entidades citadas en el cuadro de arriba, ocupan algunas instituciones que realizan actividades sociales y otro no.
Carlos Cardozo, de la EBY, surgió de la propuesta de Tekojoja, pero su actividad no es precisamente de un izquierdista.
Miguel Ángel López Perito, del gabinete de la Presidencia de la República, es el que lleva la agenda del Gobierno.