04 jul. 2025

Los Kirchner, un matrimonio sólido que gobierna Argentina

Cristina y Néstor ejercen una suerte de “doble comando” que mella en el liderazgo de la presidenta, aunque negada por el ex presidente Kirchner, quien se define como “un soldado” del gobierno de su esposa.

AFP, REUTERS, UH
BUENOS AIRES, ARGENTINA
El matrimonio de Cristina y Néstor Kirchner, unido desde hace 33 años, conforma una sociedad política que ejerce el poder en una Argentina convulsionada, donde se desgasta la imagen de la presidenta mientras crece el protagonismo del ex mandatario.
“Es un matrimonio que actúa con mucha sintonía. Es una sociedad política aunque no sé si es exitosa. Ella le dejó el espacio político a él, pero no hay entre ellos una puja para ver quién se queda en el escenario”, estimó el consultor político y docente Roberto Starke.
La idea de que el matrimonio ejerce una suerte de “doble comando” que mella en el liderazgo de la presidenta es repetida por analistas, aunque negada por el ex presidente Kirchner (2003-2007), quien se define como “un soldado” del gobierno de su esposa, con quien tiene dos hijos.
Según una antigua definición de la propia mandataria, los Kirchner funcionan “simbióticamente en la vida” desde que se casaron en 1975 y se refugiaron en la despoblada provincia patagónica de Santa Cruz, desde donde construyeron una trayectoria política que desembocó en la Casa Rosada en 2003.
“TE AMO MUCHO”. En un mitin el miércoles en la Plaza de Mayo para respaldar al Gobierno que afronta el mayor lock out rural de la historia, el ex presidente abrazó sobre el escenario a su esposa y le susurró “te amo mucho”, sellando esta asociación ante decenas de miles de manifestantes como testigos.
“El abrazo fue una señal, fue dar la sensación de que los dos van de la mano en esto”, estimó Starke, analista de Infomedia Consulting.
Otros, en cambio, incluso en el entorno presidencial, relativizan la existencia de tal doble poder al estimar que en realidad es ejercido por el ex presidente, dijo una fuente gubernamental que pidió anonimato.
“Néstor Kirchner habla y se mueve como si fuera un primer ministro. Dice que es un soldado que acompaña y defiende, pero se siente un general en operaciones. Es el poder real”, señaló el periodista político Reynaldo Sietecase.
El ex mandatario rechaza la versión de un “poder bifronte” en Argentina, como lo señalan algunos medios, y la atribuye a una intención manifiesta de “desgastar lo que más se pueda” la imagen de su esposa, quien llegó al gobierno hace seis meses con 45,2% de los votos.
LAS DECISIONES. “Con Cristina discutimos política. Estamos juntos hace 33 años. Fuimos presos juntos, nos pasó de todo. (...) Pero, bueno, la que decide es ella (...) Ella tiene todo lo que hay que tener y nosotros somos soldados que la estamos acom
En un sondeo de la consultora Poliarquías sobre quién toma las decisiones en el país, un 41% nombró al matrimonio Kirchner en conjunto, 34% respondió que es él y el 19% ella.
“La mayoría de los argentinos si pudiera estar a solas con Kirchner le pediría que deje gobernar a Cristina según su buen saber y entender”, afirmó la consultora Graciela Römer.
Su larga militancia y sólida trayectoria parlamentaria como díscola legisladora peronistauna política más reconocida que su esposo cuando él llegó al gobierno en 2003, con 22% de los votos.
Mientras Cristina se mantuvo en un segundo plano durante el mandato de su marido, el esposo adquiere creciente protagonismo en la actual gestión.
La iniciativa de aplicar las retenciones (impuestos) móviles a la exportación de granos, que desató la furia del sector rural, fue incluso atribuida por la oposición y la prensa al ex mandatario.
Según Starke, a medida que la crisis del campo fue dejando de ser una controversia de orden técnico para ser un cuestionamiento político, la imagen del ex presidente fue creciendo y “Cristina se fue desdibujando”.
Kirchner asumió en mayo la presidencia del Partido Justicialista (PJ, peronismo), con seis millones de afiliados, que recuperó como herramienta política de sostén para el Gobierno al avecinarse tiempos más adversos, tras haberlo desdeñado en pos de alianzas con la centroizquierda y los socialdemócratas.