En aquellos años brillaron, en diferentes clubes porteños, Delfín Benítez Cáceres (1910-2004) y Arsenio Erico (1915-1977), ubicados ambos hasta la fecha entre la docena de más grandes romperredes de la primera división argentina. Con Erico en lo más alto del podio.
El primero en llegar a Buenos Aires fue Benítez Cáceres, en 1932, procedente de Libertad del barrio asunceno en donde había nacido. Dos años después fue campeón con Boca Juniors por primera vez. Fue en el torneo en el que debutó Erico con 19 años, precisamente contra el equipo de Benítez Cáceres, quien repitió el campeonato en 1935. Ese año El Machetero hizo 24 goles, once menos que el goleador del torneo, Agustín Cosso, de Vélez Sarsfield, y dos más que Erico en Independiente.
En 1936, ni los xeneizes de La Boca ni los rojos de Avellaneda estuvieron en lo más alto de los tres torneos que se jugaron, pero el ex futbolista de Nacional de Asunción, el Saltarín Rojo, había vuelto a marcar 21 goles. Al año siguiente y tras dos temporadas en el equipo de Avellaneda, El Saltarín Rojo convirtió la astronómica suma de 47 goles, logrando por primera vez estar al tope de la tabla de goleo y, a la vez, el subcampeonato con Independiente, tras el River Plate del cinematográfico Bernabé Ferreyra, quien aquel año apareció en la película El cañonero de Giles, mientras el goleador era Arsenio Erico.
En 1938 y 1939, el paraguayo otra vez no bajó de 40 goles y volvió a ser el mejor delantero y, al mismo tiempo, bicampeón del fútbol argentino, como Benítez Cáceres lo había sido cuatro temporadas antes. En 1940, Boca Junios cortó la racha del Independiente de Erico, pero el goleador del torneo fue el centrodelantero del otro equipo popular de Avellaneda, Racing Club, un jugador que el club xeneize había dejado ir el año anterior: Benítez Cáceres, con 33 goles, los mismos que el vasco Isidro Lángara del San Lorenzo, quien el año anterior había quedado detrás de Erico y, en medio del torneo, viajado a México para jugar por el País Vasco partidos amistosos, entre ellos uno contra el extinto Atlético Corrales de Asunción, juego que ya reseñamos en este espacio.
Fueron cuatro las temporadas en que, a pesar de contar Argentina con extraordinarios delanteros (a veces en los mismos equipos que los paraguayos), Delfín Benítez Cáceres y Arsenio Erico, de una generación de afectados directos por la Guerra del Chaco (1932-1935), dominaron las redes del fútbol argentino.
Valiente y cerebral
Así definió el periodista Juvenal (1923-1998) a Delfín Benítez Cáceres, en su Historia del fútbol argentino, en el capítulo dedicado a los años 1933-1940, publicada por entregas en la revista El Gráfico. “Es corajudo y criterioso, agresivo y de llamativa variedad técnica. Tiene abnegación, humildad, clase y hombría”, adjudica sustantivos y adjetivos perennes el gran periodista argentino al eximio futbolista paraguayo que volvió para ser campeón con Libertad, de la mano de Manuel Fleitas Solich en 1945.
Erico, por su parte, tuvo entre los del vecino país “una cosecha espectacular, la más extraordinaria del profesionalismo argentino”. Juvenal cuantifica los goles del paraguayo entre 1934 y 1946. Recuerda que un maestro suyo, Félix Daniel Frascara —en las páginas de la misma revista en que escribió Juvenal hasta dos meses antes de morir—, denominó a Erico como el Trampolín Invisible. “Números aparte, contabilizando toda la fuerza que tienen esos números, todas las conquistas del paraguayo de Independiente llevaban estampado el sello de una obra de arte. Primero las adornaba. Después las clavaba en la red”, resumió Juvenal.
De 1937 a 1940, Erico y Benítez Cáceres perforaron los arcos argentinos.
GOLES EN EL FÚTBOL ARGENTINO
Delfín Benítez Cáceres
193 goles (Boca Juniors, Racing Club, Ferrocarril Oeste)
Arsenio Erico
295 goles (Independiente)