Andrés Manuel López Obrador juró ayer como el nuevo presidente de México bajo la promesa de emprender una “transformación”, en la que deberá hilar fino para cumplir con su exigente agenda social sin perjudicar las finanzas de la segunda mayor economía de Latinoamérica.
El político de 65 años, conocido como AMLO, tendrá que procurar ese delicado acto de equilibrismo en un país sumido en una sangrienta guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, con índices de corrupción sin precedentes y donde 4 de cada 10 de sus ciudadanos vive en la pobreza. “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido”, dijo AMLO al recibir la banda presidencial del saliente Enrique Peña Nieto. La larga lista de invitados a la toma de posesión incluyó desde una delegación de EEUU –encabezada por el vicepresidente Michael Pence e Ivanka Trump– hasta líderes controversiales como los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Venezuela, Nicolás Maduro, quienes no llegaron.
A pesar de que AMLO y su equipo económico trataron de calmar a los mercados, desde octubre la bolsa local cayó 15.7% y el peso retrocedió 9%, en gran medida por la cancelación de la millonaria construcción del aeropuerto de Ciudad de México. REUTERS