Karina y Jaime se conocieron “en una noche muy romántica y fría de agosto” recuerda Karina. La cita fue arreglada por unos amigos que insistieron que ellos debían conocerse. “Según Jaime, cuando salí por el portón de mi casa se quedó enamorado a primera vista y durante toda la noche no paró de hacerme reír y ocuparse de convencerme que era alguien especial. A partir de esa noche mágica, no nos separamos nunca más y hemos crecido en nuestro amor cada día hasta hoy con todo lo que esto implica”, refiere. Pasaron solo 6 meses de aquella cita para que decidan emprender los preparativos de la boda. “Nos casamos después de un año y meses de conocernos pero a los seis meses de novios ya sabíamos que éramos el uno para el otro. Así que nos comprometimos para planear nuestra boda con muchos meses de an telación” recuerda Karina.
Volver a abrir el álbum de fotografías remontó a la pareja a e ese día del que guardan “muchas anécdotas”, pero rescatan una por encima de todas. “Aquel día el calor era impresionante y se anunciaba lluvia torrencial para la tarde. Luego de ocho horas de fiesta intensa con bailes y mucha diversión empezó la anunciada lluvia y a uno de los invitados se le ocurrió tirarse a la pileta y todos los demás invitados le siguieron, todos entraron a la pileta del Club con ropa. Hasta ahora nos acordamos de las flores flotando dentro de la pileta” recuerda. Y reflexionan sobre los años compartidos “Pensamos que en la vida la elección de caminar con una persona es un decisión esencialmente de dejar de pensar en uno mismo y pensar en ambos. Fuimos creciendo y entregando nuestro matrimonio a los principios de la familia, que Dios dispuso para que podamos ser felices y criar hijos felices. Ambos nos dedicamos mucho a que el otro crezca como ser humano, superando nuestros miedos y limitaciones. Es una tarea diaria. Ambos nos volveríamos a elegir el uno para el otro”, comparten.