18 may. 2025

Lleguemos a la parte buena

Narumi Akita, socia de ADEC.

Narumi Akita, socia de ADEC.

Narumi Akita, socia de ADEC.

“5 minutos más, ¡vamos, no aflojen!”, me acuerdo que escuchaba decir al preparador físico cada vez que realizábamos ejercicios intensos con mi equipo de básquetbol, durante los entrenamientos. Esos 5 minutos se sentían una eternidad para mis músculos, pero sabía que, aunque dolía, estaba forjando la resistencia necesaria para ganar en la cancha.

“Un héroe no es más valiente que un hombre corriente, pero es valiente cinco minutos más”, dijo Ralph Waldo Emerson. Seguir avanzando cuando ves una retirada masiva; creer cuando abunda la incredulidad; votar por compromiso cívico cuando los demás se quedan a dormir la siesta o venden su conciencia; ser formales y pagar impuestos frente a la alta evasión… exige nuestro músculo al máximo.

Cada flexión y hasta cada paso se siente como una tarea épica. Sobre todo, porque nuestra esperanza es puesta en jaque constantemente. Sin embargo, más allá de los resultados externos, necesitamos seguir esa brújula interna que nos guía hacia el bien común. Si nos rendimos en la parte oscura, no llegaremos a la parte buena.

Hemos escuchado la historia de José en la Biblia (Génesis capítulo 37 al 50), y cómo fue vendido como esclavo a Egipto por sus propios hermanos, cuando era adolescente. Se convirtió en un destacado administrador en la casa de Potifar –el capitán de la guardia del Faraón– para posteriormente ser encarcelado injustamente y olvidado por años. Tras una sucesión de hechos, José interpretó los sueños del Faraón y este lo convirtió en su mano derecha en todo el imperio. José volvió a ver a sus hermanos, ya estando en una situación muy diferente. “Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien”, les dijo, perdonándolos por lo que le hicieron en el pasado. Hasta ahí la mayoría de las personas cuentan su historia. Pero esa no es la parte buena. En realidad, lo más impactante es que José vivió hasta los 110 años, prosperó en la tierra donde experimentó su mayor dolor y alcanzó a ver a tres generaciones de sus descendientes, hasta sentar en sus regazos a sus bisnietos.

Hay una parte buena a la que tenemos que llegar, una que nos dejará boquiabiertos. Una escena climática donde eso que tanto anhelamos ver en nuestro Paraguay se hará realidad. ¿Qué vemos en nuestra mente? ¿Cómo luce esa visión?

Nuestro músculo ético y cívico puede que esté extenuado. Se siente que no salimos del valle y que los males están demasiado enquistados. Pero necesitamos resistir y darle batalla. No podemos desfallecer. Toda historia precisa que se pase por la parte oscura antes de llegar a la parte buena. No salgamos de la lucha prematuramente, no abandonemos porque se pone difícil.

5 minutos más, ¡vamos! ¡Tenemos que llegar a la parte buena!