18 feb. 2025

Las prioridades del BCP son recomponer su cúpula y dominar la inflación

La salida de Mónica Pérez de la presidencia del Banco Central del Paraguay (BCP) vuelve más crítica aún la situación del ente que debe velar por la estabilidad monetaria. Lo prioritario ahora es reconstituir su Directorio para recuperar la legalidad de sus determinaciones, frenar la inflación y evitar que la cotización del dólar perjudique a la economía nacional.

En cualquier país que se precie de disciplinado las instituciones funcionan de manera racional. No están supeditadas a los vaivenes de la política ni a los intereses coyunturales de sectores poderosos que presionan para alcanzar sus propios fines.
Aquí, la irracionalidad prima. Una prueba de ello es que tras la caída de la dictadura ningún titular de la banca matriz pudo superar los tres años en el cargo. Es inadmisible que una entidad cuyo papel es transmitir seguridad al sistema económico sea tan propensa a generar incertidumbre.
El BCP, en los papeles y en la práctica, debe ser autónomo. Sólo de ese modo podrá cumplir su rol de garantizar la estabilidad monetaria, liderar el manejo financiero al establecer reglas claras de juego en el mercado y actuar como árbitro en medio de múltiples intereses. Al estar en manos de los políticos expone al país a sufrir descalabros de proporciones insospechadas.
Mónica Pérez es una tecnócrata dura que se esforzó por poner en orden la casa por dentro y por fuera, pero que fracasó en su intento. Con un manejo personalista y sin establecer alianzas estratégicas para fortalecer su proyecto, más tarde o más temprano iba a ser víctima del sistema, que no tolera demasiado tiempo a los técnicos que dan la espalda a lo político.
Lo que ahora viene es complicado. En primer lugar hay que restablecer el Directorio conforme a las exigencias legales. Sus integrantes tendrán que ser nombrados con aprobación del Senado. Pensando en el electoralismo que arrecia cada vez más, esa recomposición va a requerir una hábil ingeniería política.
Mientras tanto, sin un timón, la economía puede tomar rumbos muy peligrosos. La inflación –que el año pasado llegó a 12,5 por ciento, luego de que la meta fuera no sobrepasar un dígito, y fue la segunda más alta en América Latina– puede dispararse. Lo que se decida con relación a la paridad guaraní-dólar será determinante en este tablero que requiere movidas precisas, oportunas e inteligentes.
La deuda interna de alrededor de 400 millones de dólares que el Ministerio de Hacienda tiene con el BCP es otro punto pendiente que reclama respuesta urgente, dada la descapitalización que le provoca.
En este escenario que no se presta para jugar con fuego, los políticos deben deponer sus ambiciones electoralistas y anteponer el interés general. Rehacer su directorio es una prioridad imprescindible para devolver legalidad a sus actos. Y los que fueren nombrados tendrán que poner su máximo empeño y capacidad para reencauzar el BCP, dominar la inflación y recuperar la credibilidad.