17 sept. 2025

La permanencia libre del hijo

Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 8, 31-42

La liturgia de estos días nos sigue presentando este diálogo entre Jesús y los judíos en el Templo de Jerusalén. Esta vez, acota San Juan que el Señor se dirige a los que habían creído en Él.

De entrada, Jesús les hace ver que “comenzar es de todos; perseverar, de santos” (Camino, n. 983). Seguir al Señor no es lo mismo que dejarse llevar por un impulso pasajero. Creer en Él implica permanecer en su palabra, que es la única capaz de llevarnos al conocimiento de la verdad liberadora; que incluye la verdad sobre nosotros mismos.

No obstante, rápidamente se produce un cortocircuito en la comunicación: Jesús les anuncia que ha venido a traerles la libertad, y ellos se sienten ofendidos porque no son esclavos de nadie. El Señor viene a romper los cerrojos de la cárcel triste que labró el pecado, pero ellos, con tal de no reconocer que están atenazados por sus culpas, comienzan a cerrar de nuevo la puerta desde dentro.

“Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, decía San Agustín. En esa línea, San Josemaría nos pregunta: “¿Quieres tú pensar si mantienes inmutable y firme tu elección de Vida? ¿Si al oír esa voz de Dios, amabilísima, que te estimula a la santidad, respondes libremente que sí?” (Amigos de Dios, n. 24).

Fueron muchos los que siguieron al Señor a lo largo de su vida, pero realmente pocos fueron los que supieron permanecer en su palabra hasta el final. De algún modo, podríamos decir que fueron pocos los que se comportaron como hijos: El esclavo no se queda en casa para siempre; el hijo se queda para siempre. Los que no perseveraron, no estaban anclados en su filiación divina. Los que no perseveraron huyeron porque su fidelidad, su motor, su aparente rectitud de intención, era la del esclavo.

Nos acercamos a la Semana Santa. Allí contemplaremos de cerca, junto a la Cruz, a la que verdaderamente supo permanecer en la palabra de Jesús. (…) Acojámonos a su intercesión para que se hagan realidad en nuestra vida estas palabras: Si Dios fuese vuestro padre, me amaríais. De su mano aprenderemos que “el secreto de la perseverancia es el Amor”.

(Camino, n. 999).(Frases extractadas dehttps://opusdei.org/es-py/gospel/evangelio-feria-iv-quinta-semana-cuaresma/).