No lo digo yo, lo dijo hace ya muchos años Nicolás de Avellaneda, político y periodista argentino: “Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”.
Claro que lo dijo en el siglo que vivió, el 1800.
Por entonces el libro tenía otro protagonismo.
Era el maestro que iluminaba las bibliotecas públicas y las que conformaban los intelectuales de la época. Lejos de la era informática.
Y ya en el tiempo que nos toca vivir, nos preguntamos esto: ¿Lee la gente ahora?
Un fenómeno de lectura se ha dado en Italia en estos días, a partir de una novela, al punto de ser traducida la obra al español. Se titula Tan humana esperanza. Salió de la pluma eficaz de un joven autor de 28 años, Alessandro Mari.
La particularidad es que su novela tiene alrededor de novecientas páginas y es uno de los libros más leídos.
Con esta singularidad, se descubre que la pasión por leer, en formato libro, sigue intacta, a pesar de la fuerte incidencia de la informática, con su facilidad para acceder a los libros digitales.
Leer un libro es una experiencia personal. Uno termina haciéndose la idea de cómo son los personajes, entiende a su manera los razonamientos del autor y comparte su sensibilidad si, por ejemplo, como poeta tiene ese mérito.
Sin embargo, esto de leer libros voluminosos ya comenzó hace varios años atrás, con las sagas de historias medievales, las que, curiosamente, han atrapado a los lectores y que, incluso, vienen en varios tomos.
Hasta los niños y preadolescentes, como se ha podido constatar, fueron habitués de la extensa saga del mago Harry Potter.
¿Y en Asunción?
El fenómeno del Black Friday, del pasado viernes, nos arroja unas cifras interesantes, dignas de tener en cuenta.
Los libreros estaban más que felices, pues habían logrado vender en una jornada lo que tardan en una semana en la feria de libros. Servilibro vendió alrededor de 1.500 libros; en la librería Balzac, a poco de empezar, también estaban animosos con alrededor de 400 títulos, lo que motivó a esta reflexión de un librero: “No es cierto que a la gente no le gusta leer; lo que pasa es que los libros son caros”.
Las rebajas del viernes de oferta pusieron la firma a la afirmación de que se lee cuando los ejemplares se vuelven accesibles.
La gente buscó en tiendas de libros nuevos y leídos (usados) con el precio que esperaba, y pudo adquirir varios títulos a la vez. Hecho llamativo y prometedor, porque la lectura ‘artesanal’ de leer un libro está intacta, y cuando más se la incentive, el entusiasmo por los libros crecerá.
Siempre hay un libro esperándonos para iluminar nuestra vida.