Por Gustavo Ortiz Gutiérrez - gusortiz@uhora.com.py |
Las dificultades que tuvo el Paraguay en el siglo XIX para afirmar su soberanía e identidad propia, son relatadas en una publicación del “periódico global de noticias ELPAIS.COM”, en base a consultas a un historiador. Lo enunciado ahí es totalmente cierto.
Fueron muchos los inconvenientes por los que pasaron los líderes y pobladores en general de esta tierra, tanto antes de la independencia, como después para que los demás Estados reconozcan la autonomía nacional.
En la actualidad, los problemas que hay en el Paraguay son diferentes a lo mencionado, pero también son muy complicados.
Y así como tardó bastante tiempo para que se acepte al país como nación independiente, igualmente demora excesivamente la solución de graves percances de la vida en libertad, que son la corrupción política y pública, y la impunidad.
Y mientras esas dos lacras persistan, podrían continuar por tiempo indeterminado los demás problemas que aquejan a los ciudadanos de este país, tales como la pobreza, el analfabetismo, la escasa infraestructura vial, etcétera.
Los hechos delictivos que se cometen desde el ejercicio de la función pública o desde cargos políticos, sí o sí perjudican al Fisco, a las municipalidades, a las gobernaciones y, por ende, a los pobladores, que son los que tendrían que recibir los beneficios que surjan de una buena administración de la cosa pública, situación que casi no existe aún.
Dice ELPAIS.COM que el Brasil reconoció la independencia paraguaya recién en 1844 y que luego de eso lo hicieron también Francia, Gran Bretaña y Bolivia. Es decir, recién 33 años después de que los próceres hayan proclamado que se rompió el yugo español, dichos Estados aceptaron la soberanía local.
Y ahora, 21 años después de que haya sido derrocado uno de los principales promotores y beneficiarios de la corrupción y la impunidad en el Paraguay, el dictador colorado Alfredo Stroessner (disculpen que insista con citarlo), aquellos hechos continúan tan campantes y se puede decir que se convirtieron en la nueva atadura de este territorio que impide que haya un mayor desarrollo.
Si no se hubiese robado tanto dinero al Estado, si se lo administrara como debería, si no estuviesen continuando los despojos en varias municipalidades y gobernaciones, y si esos fondos son invertidos para la ciudadanía, este país será mucho mejor en poco tiempo. No hay duda de ello.
Si la Municipalidad de Luque cobrara todo el dinero que corresponde por impuestos inmobiliarios al senador y presidente del Congreso, Óscar González Daher, y si ese caudal es reutilizado para mejorar las calles, por ejemplo, poco a poco ese Municipio pudo haberse convertido en una localidad pujante.
Afortunadamente, ahora ya se sabe que el legislador estaba evadiendo el pago de tributos municipales. Y sabemos por qué Luque no mejora.