San Mateo comienza su Evangelio con la genealogía de Jesucristo: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán”. Dios cumple las promesas de salvación que hizo en el paraíso tras la desobediencia de Adán y Eva a su mandato (cfr. Génesis 2, 16-17). Lo hace por medio de Jesucristo en quien se realizan las promesas hechas a Abrahán (cfr. Génesis 12, 3) y a David por medio del profeta Natán (2 Samuel 7, 12).
La genealogía nos muestra la ascendencia de Jesucristo según su humanidad y nos da una indicación de la plenitud a la que llega la Historia de la Salvación con la Encarnación del Verbo. Jesucristo, verdadero Dios y hombre, es el Mesías esperado.
Al leer la genealogía de Jesucristo descubrimos que en ella se nombra a cuatro mujeres: Tamar, Rahab, Betsabé y Rut. Estas cuatro mujeres extranjeras son un símbolo de que la salvación abarca a toda la humanidad.
También descubrimos que se citan a otros personajes que fueron pecadores, como David, que más tarde se arrepintió. Dios va realizando sus planes de salvación sirviéndose de hombres que no tuvieron una conducta recta. Dios nos salva, nos santifica y nos elige a pesar de nuestros pecados e infidelidades. Tal es el realismo del que Dios ha querido dejar constancia en la historia de nuestra salvación.
La genealogía nos muestra el modo en el que Dios se ha hecho cercano y la manera en la que quiere que le sigamos. Nos invita a su amistad por medio de la Santísima Humanidad de Jesucristo. Como escribió el Papa Benedicto: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».
(…) A nosotros nos corresponde, con nuestras miserias, acoger a Cristo como hizo María. A entrar en el ámbito del hágase. A vivir en una creciente amistad con Jesucristo. Y, en estos días de Adviento, esperemos la venida del Mesías en compañía de María.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-es/gospel/2021-12-17/).