La huelga de médicos muestra una salud pública muy enferma

La crisis estructural que hace rato soporta la salud pública eclosiona con los médicos que hacen un paro escalonado a lo largo de esta semana en busca de mejores condiciones de vida y de trabajo. Los reclamos de los profesionales reflejan las graves falencias que hay en el sector y que no han sido enfrentadas con seriedad. Por eso los problemas se agravan. En gran parte, el inconveniente es de dinero, pero no se circunscribe exclusivamente a él. El Ministerio de Salud Pública (MSP) tiene que tomar nota de lo que sale a la luz en estos días y poner manos a la obra buscando las respuestas.

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En la atención a la salud, los médicos son el factor humano esencial. Sin sus conocimientos científicos y sus especializaciones en las diversas áreas, la calidad de vida de las personas hubiera sido todavía una utopía.

Quienes visten de blanco, sin embargo, tropiezan con dificultades que van desde lo más sencillo a lo más complejo. Por eso, la Coordinadora de Gremios Médicos Unidos hace, desde el lunes pasado en los hospitales públicos, una huelga de brazos caídos y un paro gradual en los servicios del MSP.

En el frondoso listado de reivindicaciones, con el que justifica la medida de fuerza que deja sin atención en consultorio a miles de pacientes, figura en lugar privilegiado el pedido de mejoras salariales. Reclaman entre 10 y 14 salarios mínimos, así como que los mismos sean abonados globalmente y no de manera fragmentada en rubros diversos en distintos lugares, como ocurre ahora.

Además de ello, siempre dentro del tema económico, solicitan que se les abonen por los trabajos realizados en horarios nocturnos, así como el reconocimiento por antigüedad, responsabilidad en el cargo y la implementación de un sistema de capacitación permanente.

La ley de la carrera sanitaria, que se estudia en la Cámara de Diputados, es otra de las conquistas que los huelguistas esperan alcanzar para que haya un ordenamiento global del trabajo dentro de la administración pública en materia de salud.

Además de lo que les atañe personalmente a los que conforman los 200 gremios movilizados, a partir de los serios inconvenientes de falta de insumos y medicamentos que hay en los hospitales mantenidos por el Estado que deriva en la mala atención de los que acuden a sus servicios, plantean la necesidad de que la salud pública sea declarada en emergencia para recibir fondos excepcionales, a fin de salir a flote del precario estado en que se encuentra.

De las reuniones de los representantes de los médicos con el ministro de Salud Pública, Antonio Barrios, y el presidente Horacio Cartes no es mucho lo que han cosechado porque evidentemente problemas de tan larga data no pueden ser resueltos de un plumazo.

Es necesario, por lo tanto, asumir como grave la situación de la salud pública que afecta a los sectores sociales más vulnerables, establecer estrategias de abordaje inmediato de la situación y agendar etapas para un trabajo interinstitucional que tenga metas bien precisas y posibles.

Lo prioritario es dotar a la salud de mayores recursos. Hoy es apenas el 3,5 por ciento del presupuesto anual y para el año que viene se prevé que llegue al 6 por ciento. Este incremento, sin embargo, solo constituirá la mitad de lo que los países que cuidan mejor la salud de sus ciudadanos destinan en su presupuesto.

Urge también ordenar la casa en relación con los médicos, unificando y dignificando sus salarios a la par de ofrecerles una mejor infraestructura para desarrollar su trabajo de manera más eficiente.

La meta tiene que ser avanzar hacia una salud pública de calidad. Esa sigue siendo una deuda pendiente del Estado con un vasto sector de la población.

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