Por Patricia Cañete
patriciac@uhora.com.py
El suave aroma que despedía el amasado de la chipa y el de la tierra mojada se mezclaban ayer en la tarde. Pese a la lluvia, la familia Pavón se encontró un año más reunida entorno a la mesa para el ritual de la preparación de la chipa en el humilde corredor de la casa, ubicada en el barrio Rincón de la ciudad de Ñemby.
Para las 14 horas más de la mitad de los 12 kilos de masa ya estaban listas e iban tomando forma en las manitas de los nietos de Lucía Pavón, una abuela que disfruta desde hace años de la compañía de sus hijos y nietos en la elaboración de la chipa.
Mientras Hernán –el mayor de los nietos– limpiaba las hojas de banano, Jéssica colocaba uno a uno los modelos terminados. En total saldrían alrededor de 150 chipas que luego serán compartidas en la comunidad, entre amigos y parientes.
Como religión, cada viernes santo este alimento hecho de harina de maíz y almidón no puede faltar en la mesa.
“La intención es seguir la tradición y tratamos de mantener eso además de compartir entre todos”, explica Lucía. La familia Pavón se involucra de lleno en la Semana Santa con las actividades de la capilla Santísima Cruz, donde sus tres hijos: Silverio, Julián y Leandro, junto a su padre Agripino, forman parte del grupo de estacioneros. Lucía es la encargada del atuendo que llevan en cada celebración y aclara que ella es la que mejor entiende del tema. “Ya tengo mucha experiencia en esto porque ellos tienen que estar impecables”, manifestó la mujer.
Como tradición, el viernes santo comerán chipa, sopa y un poco de arroz, explicó Silverio mientras no dejaba de amasar. En tanto, Julián pasaba los moldes ya terminados.
La hoja de banano es uno de los secretos, dice Lucía, quien utiliza esta planta como base para la cocción de la chipa al tatakua.
“La hoja de banano le deja a la chipa un olor especial como de la campaña, queda más rica”, afirma Lucía.
Ella es vendedora de verduras y frutas y desde el inicio de año va juntando parte de la ganancia para adquirir los ingredientes para la chipa. “Mucha plata lleva la chipa porque el queso está a 15 mil el kilo ya y fui comprando de a poco”, explica.
COMPRA. La elaboración de la chipa es una tradición que de a poco va quedando en el tiempo y es sustituida por la compra directa en los sitios en que habitualmente se elabora en grandes cantidades. Ayer fue un día de masiva venta del producto, que es guardado hasta el viernes santo como sustituto de los demás alimentos.
Origen de la chipa
Los panes hechos a base de las distintas harinas de maíz y de la mandioca reciben diferentes nombres en toda la geografía americana. En Paraguay, en los últimos siglos, estos productos sobreviven con el nombre de chipa y mbeju, respectivamente, siendo éstos los alimentos más antiguos que tiene la población americana, explica Margarita Miró Ibars, en el libro “Alimentación y Religiosidad Paraguaya”.
En total fueron registradas 70 variedades de recetas de chipa y son preparadas con diferentes ingredientes, siendo los pilares la mandioca y el maíz, y las distintas harinas. Entre las variedades se encuentran el coco, el maní, el arroz y el poroto. “En Semana Santa es cuando mejor se nota este hecho, aunque todos usan una misma receta, pero no hay dos productos terminados que sean iguales en sabor”, afirma la escritora.