Por Guido Rodríguez Alcalá
En el Paraguay se habla de deuda odiosa, que en el derecho internacional se llama deuda odiosa. Vale decir, una deuda contraída sin el consentimiento de un país, en contra de los intereses del país, y con el conocimiento de quien presta el dinero (empresa privada o pública).
En 1898, Estados Unidos venció a España en una guerra, ocupó Cuba y la gobernó en forma provisoria. España reclamó a Estados Unidos el pago de la deuda contraída por el anterior gobierno cubano. La respuesta norteamericana fue: “Hasta ahora, Cuba ha sido una colonia española; la deuda no se contrajo en beneficio del pueblo cubano, sino de España, país colonizador, y por eso, no se debe pagar”.
En 2003, Estados Unidos invadió Irak, donde instaló un gobierno de ocupación. Una de las primeras declaraciones del ocupante fue que el pueblo iraquí no tenía por qué pagar la enorme deuda contraída por el régimen de Sadam Hussein. Se impuso el criterio norteamericano, y se quedaron sin cobrar varios países que le habían prestado mucho dinero al régimen de Sadam.
Es racional y justo el principio de que un pueblo no debe pagar las deudas de gobiernos sin legitimidad o de funcionarios que actúan fuera de sus atribuciones. Sin embargo, los acreedores internacionales pueden carecer del sentido de la justicia, y comportarse como buitres; ese es el origen de los fondos buitres, que se dedican al cobro de deudas odiosas. En el Paraguay, tenemos el caso del cónsul Gustavo Gramont, que prestó de un banco suizo 85 millones de dólares, sin la autorización del Gobierno paraguayo, y sin que el Gobierno paraguayo recibiera un solo dólar. Ahora, los buitres suizos nos exigen el pago de los 85 millones, prestados a sabiendas de que Gramont no representaba a nadie.
En la Argentina, el asunto fue más grave: a la dictadura militar de ese país se le prestaron más de 40.000 millones de dólares, de los cuales el 40% no estaba documentado, y que en muchos casos fueron negociados entre bancos privados extranjeros y empresas privadas argentinas, que se repartieron el dinero. Algo similar sucedió con las tiranías de Mobutu en Zaire, Marcos en Filipinas y Suharto en Indonesia. El FMI solo quería ayudar. Ahora ayuda a los europeos, convertidos en ciudadanos del Tercer Mundo. (Sobre la deuda europea, existe un excelente video disponible en internet gratis, titulado Deudocracia).
Siguiendo con el tema, existe ahora un informe del consultor Jeffrey Sachs: la deuda del Paraguay con el Brasil por Itaipú ya está pagada. No puedo opinar porque no he leído el informe, pero me pregunto: ¿existe la voluntad de tratar el asunto con el Brasil en forma razonable? Queda poco tiempo de aquí hasta el 21, pero ya se puede hacer conocer el informe al público.