Dios quiere que el pecador se convierta y viva, pero este ha de cooperar con su arrepentimiento y sus obras de penitencia. “El pecado –decía San Juan Pablo II–, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona, porque es un acto libre de la persona individual, y no precisamente de un grupo o una comunidad”.
Descargar al hombre de esta responsabilidad “supondría eliminar la dignidad y la libertad de las personas, que se revelan –aunque sea de modo tan negativo y tan desastroso– también en esta responsabilidad por el pecado cometido. Y así, en cada hombre no existe nada tan personal e intransferible como el mérito de la virtud o la responsabilidad de la culpa”.
Son muchos los motivos para hacer penitencia en este tiempo de Cuaresma, y debemos concretarla en cosas pequeñas: mortificación en las comidas –como la abstinencia que manda la Iglesia–, vivir la puntualidad, guardar la imaginación... Y también, con el consejo del director espiritual, del confesor, otras mortificaciones de más relieve, que nos ayuden a purificar nuestra alma y a desagraviar por los pecados propios y ajenos.
El papa Francisco al respecto de la Cuaresma dijo: “Estos cuarenta días son un tiempo de lucha espiritual contra el espíritu del mal”.
Por ello, el Papa dio como consejo “leer cada día el Evangelio”.
“Cada día leer el Evangelio, meditarlo un poquito, diez minutos; y llevarlo también siempre con nosotros: en el bolsillo, en la cartera. Tener siempre el Evangelio a mano”.
El Santo Padre señaló que “el desierto cuaresmal nos ayuda a decir no a la mundanidad, a los ‘ídolos’, nos ayuda a hacer elecciones valientes conformes al Evangelio y a reforzar la solidaridad con los hermanos”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y la https://www.aciprensa.com/noticias/el-consejo-del-papa-francisco-para-cada-dia-de-cuaresma-tiempo-de-lucha-espiritual)