11 feb. 2025

La cruz como camino de felicidad

Hoy reflexionamos sobre el Evangelio según San Mateo 16:24-28.

En esta ocasión, Jesús se dirige hacia la cruz e invita a sus discípulos a seguirlo: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga”. Contra toda lógica humana, la cruz no implica desventura, desgracia que hay que evitar a toda costa, sino oportunidad de acompañar a Jesús en su victoria. En la lógica de Dios, el camino que conduce al triunfo glorioso sobre el pecado y la muerte pasa por la pasión y la cruz.

Recordaba san Josemaría en su predicación un sueño de un clásico castellano en el que se mencionaban dos caminos. Uno es ancho y regalado, pero termina en un precipicio sin fondo. Es el que siguen atolondradamente los mundanos.

“Por dirección distinta, discurre en ese sueño otro sendero: tan estrecho y empinado, que no es posible recorrerlo a lomo de caballería. Todos los que lo emprenden, adelantan por su propio pie, quizá en zigzag, con rostro sereno, pisando abrojos y sorteando peñascos. En determinados puntos, dejan a jirones sus vestidos, y aun su carne. Pero al final, les espera un vergel, la felicidad para siempre, el cielo. Es el camino de las almas santas que se humillan, que por amor a Jesucristo se sacrifican gustosamente por los demás; la ruta de los que no temen ir cuesta arriba, cargando amorosamente con su cruz: Cristo es la fuerza de estos caminantes”.

El fin de todo ser humano es alcanzar la felicidad. Pero no se consigue la felicidad cuando se busca siempre lo más cómodo y apetecible, sino cuando se ama decididamente, aunque el amor comporte sacrificio. “Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado”, decía san Josemaría.

“Por esto, me gusta pedir a Jesús, para mí: Señor, ¡ningún día sin cruz! Así, con la gracia divina, se reforzará nuestro carácter, y serviremos de apoyo a nuestro Dios, por encima de nuestras miserias personales”.

https://opusdei.org/es/gospel/2022-08-05/