La festividad de Caacupé fue, como en años anteriores, la voz de los que no tienen voz, y se convirtió en una tribuna en la que fueron expuestas las principales preocupaciones de la sociedad respecto de los más acuciantes problemas del país. Los miles de feligreses que llegaron hasta la Basílica de Caacupé aprobaron las duras críticas emitidas por el obispo Ricardo Valenzuela en su tercera carta al pueblo, denominada Organicemos la esperanza.
Una de las primeras referencias fue a los miles de fallecidos por la pandemia, que pudieron haberse salvado o vivir más tiempo, “si la reacción gubernamental hubiese sido más acertada y no tan débil para enfrentar eficientemente el problema”, e hizo votos porque este año terminen definitivamente los fallecimientos por desidia, negligencia y corrupción en el sector de la Salud Pública.
Tenemos la obligación de “organizar la esperanza” en el Paraguay, señaló el obispo Ricardo Valenzuela, y mencionó la epidemia nacional de la impunidad y la que también mata: “La pandemia se llevó gran parte de la deuda contraída en nombre de la salud pública y luego de algunos tejes y manejes solo gozan de buena salud quienes se alzaron con casi todas las licitaciones y compras sobrefacturadas de emergencia, para supuestamente responder con eficiencia a los rigores del Covid”. En este punto de la reflexión no pudo faltar la crítica al Poder Judicial, el cual se necesita sea verdaderamente independiente y no subordinado a personas influyentes y grupos de poder; porque si no funciona la Justicia, la democracia es solo nominal.
Valenzuela recordó también a todos los secuestrados y asesinados en manos de los grupos armados que azotan la zona Norte del país y al mismo tiempo se mostró preocupado por el auge de la violencia en el país.
“Hoy por hoy la violencia adquiere otras formas, como la que implementan los forajidos del Norte, secuestrando, asesinando a personas inocentes, y extorsionando a las instituciones al punto de mantenerlas maniatadas, sin mucho margen de respuestas legales. Esa es la triste realidad que soportaron varias familias y soportan, hoy, las familias de Óscar Denis, Félix Urbieta y Edelio Morínigo, secuestrados y sin noticias ciertas para sus atormentados allegados. En nombre de ellos y de quienes fallecieron en manos de los delincuentes tras conocer el tormento del secuestro, y de todas aquellas víctimas de la violencia, elevamos nuestras súplicas”.
Finalmente, el prelado mencionó otro tema fundamental: la renegociación del Anexo C de Itaipú. En ese sentido subrayó la necesidad de contar con personas de confianza, con valores, inteligencia y preparación. “El mañana comenzó ayer, pero la gran fecha sigue siendo el año de la renegociación del Anexo C de Itaipú, cuyo tratamiento y negociación ya comenzaron y de las cuales apenas conocemos algunas pequeñas cosas que se filtran. Necesitamos, además, patriotismo para tratar el tema y para exigir a quienes negocian y negociarán nuestro futuro. No demos pasos en falso que condicionen el porvenir de la nación”.
Es de esperar que estas reflexiones, además de representar el sentir de la ciudadanía, también alcancen a las conciencias de los gobernantes.