Conrado Hornos, de REUTERS
MONTEVIDEO, URUGUAY
La historia de José Mujica, protagonista de una agitada vida con pasado guerrillero, cárcel y tortura, sumará hoy un nuevo capítulo cuando el anciano y popular político asuma como presidente de Uruguay.
Con 74 años de edad, Mujica dejó atrás su pasado radical en el que se levantó en armas hace casi medio siglo junto al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, y busca ahora avanzar por el camino moderado que trazó la izquierda en lo que será el segundo gobierno consecutivo de ese sector.
“Estamos rompiendo los clichés”, dijo meses atrás Mujica en una entrevista acerca de convertirse en el presidente más anciano de la región y al mismo tiempo ser una especie de “bicho raro” del tradicional sistema político local.
Criticado muchas veces por su aspecto desaliñado y exabruptos al hablar, el político se ganó la simpatía de sus seguidores por actuar con sencillez y gracias a su modo de vida austero.
Durante los años que fue legislador acudió al Congreso en su propia motocicleta, que debió dejar de usar por su edad, y anunció que en su mandato continuará viviendo en las afueras de la capital, en una de las zonas más humildes de Montevideo.
SU CHACRA. En su modesta casa, convertida ahora en residencia presidencial, Mujica cultiva flores junto a su esposa, la senadora y compañera en tiempos de la guerrilla Lucía Topolansky.
Además, dijo que donará la mayor parte de su sueldo para el sector político que integra y emprendimientos sociales.
Mujica, conocido simplemente como Pepe, estuvo desde joven vinculado al trabajo rural y comenzó su vida política en un ala renovadora del centroderechista Partido Nacional.
Con la coalición de partidos de izquierda Frente Amplio llegó a ser diputado, senador y ministro de Ganadería durante gran parte del gobierno del saliente presidente Tabaré Vázquez.
“Después de toda la peripecia que vive el hombre llega a ser presidente y además viene de un origen humilde. De alguna manera representa que en Uruguay gente común puede llegar alto”, dijo la analista política Teresa Herrera.
HISTORIA GUERRILLERA. Entre fines de la década de 1960 y comienzos de los 70, Mujica se unió a la guerrilla urbana que protagonizó secuestros y asesinatos, aunque según dijo en una entrevista nunca mató a nadie.
Sin embargo estuvo involucrado en varios enfrentamientos, choques con la Policía y el Ejército, y en uno de ellos recibió seis balazos.
Las fuerzas de seguridad acabaron con el grupo armado antes del golpe de Estado en 1973, cuando comenzó una dura represión y persecución contra militantes de izquierda que dejó unos 200 desaparecidos.
Mujica pasó más de una década encarcelado por sus actividades guerrilleras, varios de esos años en un aislamiento estricto y en condiciones infrahumanas.
En una de las oportunidades en que estuvo preso escapó de la cárcel junto a más de 100 prisioneros tras cavar un túnel.
Al regreso de la democracia fue finalmente liberado y con los años se ganó un lugar cada vez más importante en el sistema político local con el sector Movimiento de Participación Popular (MPP), dentro del Frente Amplio.
En los comicios de octubre pasado, la izquierda mantuvo la mayoría parlamentaria, con el MPP como el más votado, aunque no alcanzó las adhesiones para ganar directamente la presidencia.
SU ESPOSA Y SUCESORA
Lucía Topolansky (foto) es la esposa de José Mujica, pero además es la senadora más votada del país, lo que convierte también a esta ex guerrillera en la tercera en la línea de sucesión de la jefatura de Estado y quien tomará juramento a su marido.
La primera senadora, Topolansky, de 65 años y con fama de “dura”, que presidió la investidura de los legisladores, también hoy juramentará a su esposo como presidente y a Danilo Astori como vicepresidente, quien a partir de entonces pasará a presidir el Senado. Y en caso de que Mujica y Astori falten, ella asumirá la primera magistratura.
Pese a que no cultiva la coquetería, esta mujer nacida en una familia adinerada y que en 1969 se unió a la guerrilla para convertirse en la protagonista junto a otra mujer, Ivonne Passada, que preside la Cámara de Representantes. Como su marido, estuvo presa durante 13 años.