El fruto del cactus, que solo hay en el país y crece de manera silvestre, no tiene espinas, como otras Cactáceas, contiene bastante pulpa y semillas muy pequeñas que no incomodan al comer, explicó Ana Pin Ferreira, bióloga y directora técnica del proyecto.
“Desde la primera vez que probé ese fruto en el 2010 me gustó mucho. Siempre pruebo los frutos de cactus cuando los colecto para su estudio. Desde ahí me pareció que sería interesante estudiarlo más, para conocer si puede ser nutritivo o no para la gente”, añadió Ana Pin Ferreira, una de las cinco investigadoras del proyecto que tuvo como principal centro de estudio la localidad de Tobatí, en el Departamento de Cordillera.
La investigación consistió en conocer los valores de la pulpa del fruto referentes a agua, proteínas, humedad, carbohidratos, vitamina C, fibras, y minerales como el hierro, magnesio, zinc, cobre, calcio, potasio y sodio. Los estudios siguen en proceso en el Laboratorio de Alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) y, próximamente, se darán a conocer los valores nutricionales potenciales, como todo alimento vegetal.
El fruto de Cereus lanosus madura entre febrero y marzo, en la zona de Tobatí, además, la población local la consume pero no hay costumbre de cultivar esta planta, según algunos de los resultados preliminares de la investigación.
“Como vimos en Tobatí, los pobladores consumen el Cereus lanosus y puede ocurrir lo mismo en otros sitios donde crece. Con los resultados del proyecto, la gente que lo come podrá saber qué nutrientes ingiere y cuánto. Quedará en manos de los nutricionistas recomendar o no su consumo”, explicó la bióloga.
MADE IN PARAGUAY. Endémica y nativa, es el valor especial del cactus que solo hay en el país. “Es importante destacar que esta es una especie nativa, crece naturalmente en la naturaleza y también es endémica, solo hay en nuestro país. En ningún otro, ni en la región, al menos hasta ahora, se conocen registros en otras partes. Esto la convierte en una planta especial, poco común, cuya conservación hay que tener en cuenta, como con otras plantas en su misma situación”, destacó la investigadora con relación al cactus.
“El objetivo principal es conocer los componentes nutricionales del fruto maduro, que es comestible”, aseguró Pin Ferreira. La investigación también contempló estudiar a la planta, el ambiente natural en el que vive (ecología), conocer qué sabía la población sobre ese cactus, para lo cual se hicieron encuestas etnobotánicas.
Finalmente, conocer cómo se comporta cultivada fuera de su hábitat natural, fuera del cerro, para ello se la llevó para “aclimatación” en el Jardín Etnobotánico de Patiño (JEP).
Durante la pesquisa, también se registraron otras plantas asociadas al cactus, es decir, aquellas que crecen cercanas a él en su hábitat y se hallaron 30 especies. “No siempre aparecen todas juntas, se van combinando según el sitio. Por ejemplo, crece acompañado de una palmera enana (Allagoptera sp.), de algunas especies parientes de las margaritas (Asteraceae), de dos tipos de karaguata’i (Dyckia) y uno de karaguata (Aechmea sp.), de Santa Lucía, algunos pastos y otras que se están identificando en el herbario”.
La investigadora explicó que no todos los frutos de cactus son atractivos para consumir. “Dependiendo de la especie, algunos son bastantes secos o con semillas duras y poca pulpa. Otros tienen muchas espinas. En nuestro país, el consumo de cactus no es común. Lo aprovechan principalmente los aborígenes del Chaco y en contadas situaciones, la población rural”.
EQUIPO. El proyecto de investigación duró dos años. Los estudios se realizaron en el cerro Tobatí que se eligió para la cosecha de los frutos. También se hicieron estudios de campo en otros departamentos para conocer qué otros puntos del país crece el cactus.
El proyecto de investigación denominado Potencial nutritivo de los frutos y caracterización ecológica de una especie nativa y endémica de Paraguay: Cereus lanosus (F. Ritter) P.J. Braun (Cactaceae) fue financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El proyecto fue ejecutado por la Asociación Etnobotánica Paraguaya (AEPY) con la Facultad de Ciencias Químicas de la UNA. El grupo de cinco investigadores principales estuvo integrado por Rosa Degen de Arrúa, del Departamento de Botánica y Herbario de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ), Silvia Caballero, Lourdes Wiszovaty y Patricia Piris, del Laboratorio de Bioquímica de Alimentos de la FCQ y Ana Pin Ferreira (AEPY).